Ser padre, madre, abuelo, abuela y, además, un educador eficaz, no es fácil. Cada niño viene a este mundo con necesidades propias que debemos saber atender, con virtudes a ser potencializadas y emociones que deben ser incentivadas, orientadas y desarrolladas. Educar no es sólo enseñar a los niños a leer o mostrar cómo pueden realizar su trabajo de investigación para el colegio con el ordenador.
Ser padre o madre no es regalar a los hijos con un teléfono celular en su cumpleaños, ni asegurarnos de que colocamos el cinturón de seguridad en ellos cada vez que entran en el coche. Es mucho más que todo eso. Educar también es saber decir "No" y, al mismo tiempo, decir "Sí" con la mirada, porque educar no es sólo prohibir, sino abrir el corazón a nuestros hijos y reforzar cada día el vínculo emocional que tenemos con ellos, dando a entender que estamos juntos en cada instante para proporcionarles madurez como personas felices y capaces.
Sin embargo, en algunas situaciones, incluso si conocemos la teoría no la aplicamos en la práctica.
Además de padres y madres, también somos pareja, empleados, empresarios o personas que quieren cambiar de empleo y que, posiblemente, todavía quieren alcanzar nuevos objetivos profesionales. Todo esto ocurre concomitantemente en nuestro cotidiano y, sin saber cómo, empezamos a cometer errores en la educación de nuestros hijos.Si usted es padre, se acordará de cuando fue hijo y sabrá, sin duda, lo que más valoró - y aún valora! - o de lo que más sintió falta en sus días de infancia. Si su infancia no fue especialmente feliz, entenderá qué aspectos rompieron este vínculo emocional con sus padres, esos errores que no deben ser repetidos bajo ninguna hipótesis con sus hijos. Hablemos de ello.
1. No escucharlos Los niños hablan y también preguntan mucho. Te sorprende con mil cuestionamientos, innumerables dudas y cientos de comentarios en los momentos más inoportunos. Desean saber, experimentar
,
quieren compartir y desean entender todo lo que sucede ante ellas.
Tenga bastante claro que si usted quiere que quede quieta, si usted las obliga a permanecer en silencio, o si no responde sus palabras, respondiendo con severidad o de forma grosera, esto hará que en el corto plazo el niño deje de dejarlo se dirige a usted. Y lo hará privilegiando sus propios espacios de soledad, detrás de una puerta cerrada que no deseará que usted cruce.2. Castigarlos, transmitiéndoles falta de confianzaSon muchos los padres que relacionan la palabra educación con castigo, con prohibición, con un autoritarismo firme y rígido en que todo se impone y cualquier error es castigado
. Este tipo de conducta educativa resulta en una falta de autoestima muy clara en el niño, una inseguridad y, al mismo tiempo, una ruptura del vínculo emocional con ellos. Si castigamos no enseñamos. Si me limito a decir al niño todo lo que hace de mal, jamás sabrá cómo hacer algo bien. No le doy medidas o estrategias, me limito a humillarla. Y todo esto generará en ella rabia, rencor e inseguridad. Evite siempre esta actitud. 3. Comparación y etiquetado
Pocas cosas pueden ser más destructivas que comparar a un hermano al otro o un niño a otro para burlarse de ella, para dar a entender sus escasas aptitudes, sus fallas, su poca iniciativa. En algunas ocasiones, un error que muchos padres cometen es hablar en voz alta ante los niños como si no los escuchasen. "Es que mi hijo no es tan inteligente como el suyo, es más lento, lo que se puede hacer".
Expresiones como éstas son dolorosas y generan en ellos un sentimiento negativo que causará no sólo odio hacia los padres, sino un sentimiento interior de inferioridad. 4. Gritar con ellos y apoyarse más en las órdenes que en los argumentosNo trataremos aquí de maltrato físico
, pues creemos que no hay peor forma de romper el vínculo emocional con un niño que cometer este acto imperdonable. Pero tenemos que ser conscientes de que hay otros tipos de maltratos implícitos, casi igualmente destructivos.
Es el caso del abuso psicológico, ese en el que se arruina la personalidad del niño por completo, su autoimagen y la confianza en sí misma.
Hay padres y madres que no saben dirigirse de otra forma a sus hijos, siendo siempre a través de gritos. Levantar la voz sin razón justificable provoca un estado de euforia y estrés continuo en los hijos; ellos no saben en qué apoyarse, no saben si hicieron algo bueno o malo. Los gritos continuos enfurecen y hacen mal, ya que no hay diálogos, sólo órdenes y críticas.
Se debe tener mucho cuidado con estos aspectos básicos.El no escuchar, el no hablar y el no demostrar apertura, comprensión o sobreponer la sanción al diálogo son modos de ir apartando poco a poco a los niños de nuestro lado. Ellos nos ver como enemigos de los cuales deben defenderse y romper el vínculo emocional con ellos.