Nadie gusta de ser despreciado o de tener algún desafecto, tampoco nos hace bien poseer enemistades. Sin embargo, mientras vivimos, reuniremos varios encuentros de los que saldremos decepcionados por ser incomprendidos o mal interpretados, ya que es imposible agradar a todos. Este será siempre el precio a pagar por ser verdaderos y convencidos de nuestras opiniones. Habrá, diariamente, quien discrepará de nuestras ideas, quien esperará de nosotros algo más de lo que podamos ofrecer, quien nos amará sin retorno. Y si permanecemos firmes en el propósito de vivir nuestras verdades, estaremos sujetos a la incomprensión ya la maldad ajenas. Porque aquellos que no soportan ser contrariados se irritarán con la seguridad de nuestros pasos, la cual les reflejará la debilidad de sus convicciones.Es necesario que seamos conscientes de que no podremos ser amigos de todo el mundo o queridos por todos, pues cada persona lleva las propias verdades, las cuales pueden chocar directamente con lo que pensamos, con nuestro estilo de vida. No podemos, jamás, desistir de lo que nos mueve los sueños para que el otro se quede feliz y nos guste de nosotros, ya que, en realidad, no será nuestro yo el foco de los sentimientos ajenos. Las mascarillas tienen una corta duración.
Es un hecho que toda relación precisa de concesiones y de reevaluación de postura e ideasde ambos lados, para que poco a poco la armonía se ajuste a los caminos de aquellos que resolvieron caminar juntos. Sin embargo, cuando hay pendiente desigual sobrecargando una de las partes, cuando sólo un lado abre excepciones y se dona, no se establece la complicidad y todo desabaza, tarde o temprano.
Dejar de agradar a todos por su propio bienNo podemos renunciar a lo que creemos sólo para mantener juntos a un socio o un amigo
. Lo que sostiene la admiración y el amor es exactamente el intercambio, la reciprocidad, la entrega que va y vuelve; de lo contrario, nos vaciará de atractivos y nos alejamos de nosotros mismos, así como de cualquier persona. Nadie ha de encontrar interesante mantener una relación con quien no posee opinión propia, con quien respira tan sólo los aires que mendiga de los demás, con quien intenta agradar todo el tiempo. Una cosa es cierta: ser verdaderos siempre es la mejor manera de caminar en busca de nuestros sueños, porque sólo así estaremos aptos para abrazar los encuentros mágicos que la vida nos reserva. Porque entonces, nuestras verdades se lanzar al encuentro de gente verdadera, de gente que hará nuestra jornada más digna y especial, con admiración recíproca y sincera.