Un amor dormido es como un pájaro encerrado en una jaula. Él existe, vive allí, somos capaces de oír su canto, sus latidos del corazón, pero no puede abrir sus alas para volar en libertad. Es una situación que muchas parejas que se aman pueden experimentar. Hay cariño profundo, ambos lo saben, pero eso no acaba siendo suficiente para llenar sus vidas con magia.
Este sentimiento puede ser confuso. A veces usted puede sentir que no quiere más a esa persona, a pesar de sentirse cariño por ella. Pero si usted se encuentra en el riesgo de perderla, detectará inmediatamente que lo que existe es un amor dormido. Sin embargo, usted duda. ¿Va a valer la pena seguir una relación que no te hace vibrar? ¿Es realmente amor o simplemente costumbre?
"Mantenga el amor en su corazón. Una vida sin él es como un jardín sin sol cuando las flores están muertas ".
-Oscar Wilde-
Después de algunos años de relación, casi todas las parejas se hacen estas preguntas, hechas también por un grupo de investigadores de la Universidad de Florida State University (Estados Unidos). A partir de esta constatación, elaboraron un estudio para investigar si, presentando un cambio específico en las relaciones, éstas volverían a florecer. Descubrieron que sí. De la pasión al amor dormido Sabemos que
las primeras etapas de una relación son siempre los más excitantes. En aquella fase inicial, que se llama "apasionamiento", el mundo parece otro. Sí, sentimos mariposas en el estómago. Pero, además, parece que todo tiene significado y tampoco ningún sentido, un significado completo y verdadero. Como si hubiera encontrado una pieza que completa un rompecabezas. Y como si eso, a su vez, revelara una figura exultante y maravillosa.
Cuando estamos apasionados, sabemos cuál es el gusto de la eternidad. Sin embargo, por más que no queramos, esa magia del comienzo lentamente se disipa. Las mariposas vuelan más lentamente y descubrimos que el infinito también tiene límites. Si el amor fuese un plato de comida, podríamos decir que se rompió la estética con la que nos presentaron, en parte por lo que elegimos y por el hecho de haber comenzado a comerlo. En ese punto hay, literalmente, una decepción:
no es raro que encontremos algunos matices de los que no nos gusta. Dejamos gradualmente la ilusión de lado y volvemos a la realidad, que es siempre un poco más decepcionante. Si hay un vínculo valioso entre la pareja, logran eludir el momento para seguir adelante en un ritmo más tranquilo, menos emocionante, pero más profundo. Sin embargo, a lo largo del tiempo, hay una cierta nostalgia por lo que se perdió , por cómo nos sentíamos cuando estábamos enamorados. Esa nostalgia es aquella que específicamente nos pregunta si el amor permanece, se transformó o se fue.
No rechazamos a nuestro compañero, pero el entusiasmo de los primeros encuentros ya no está allí. No existe la voluntad de acabar con el vínculo, pero hay una sensación de reticencia hacia él. Además, percibimos que lo que anteriormente no era difícil hacer para el otro ahora es, cuesta, lo que antes hacíamos con un verdadero placer y alegría ahora se ha transformado en una subida empinada demasiado. Este fue el momento explorado por los investigadores de la Universidad de Florida y para el cual ellos consiguieron encontrar una clave que reactiva a la pareja. Vamos a ver. Como un amor dormido es recalentado Los científicos se preguntaron qué sucedería si los participantes fueran entrenados para cambiar estas asociaciones automáticas. El experimento, teniendo en cuenta esta hipótesis, se enfocó en lograr que cada persona asociara a su pareja nuevas imágenes e ideas, todas ellas positivas.
Que ella, en vez de ver algunas zapatillas, viera, por ejemplo, un perrito. Y no veía una pila de frascos, sino un animal tierno. Los psicólogos utilizaron el método del condicionamiento operante.Esto consistía en dar un refuerzo cada vez que la persona asociaba la imagen de su pareja a una imagen positiva. Y ningún estímulo o estímulo negativo si no lo hiciera. La experiencia contó con un grupo de 144 parejas voluntarias. Para sacar conclusiones más objetivas, a algunos se les presentaron imágenes positivas y otros neutros.
El experimento mostró que los investigadores estaban seguros en sus hipótesis sobre el "amor dormido". En efecto, los que recibieron el condicionamiento de asociaciones positivas con sus parejas sintieron que la relación había sido revitalizada.
Aquellos que recibieron condicionamiento con imágenes neutras (por ejemplo, un tenedor) no presentaron grandes transformaciones. Se verificó, entonces, que el amor también es un asunto que se ajusta y se desajusta en el cerebro, y que es muy sensible a las asociaciones. De esta forma, se descubrió que, al rescatar y mejorar la imagen de la pareja creando conexiones de esta imagen con estímulos positivos, el amor resucitaba. Tal vez sea por eso que, en parejas en que hay admiración mutua, el amor difícilmente comienza a roncar y necesita ser despertado.