Los padres alcohólicos dejan muchas marcas en la mente de sus hijos. Siempre hay que observar las especificidades de cada caso, porque los efectos dependen de la severidad de la dependencia alcohólica y de sus manifestaciones, de la edad de los hijos, de la posición del resto de la familia, y de otros diversos factores.
Sin embargo, existen patrones comunes en los hijos de padres alcohólicos, y lo que varía es su intensidad. Casi siempre estos niños crecen en un ambiente donde predomina el caos. Su forma de ser y de ver el mundo va siendo permeado por las experiencias con el alcoholismo de sus padres y todo eso deja una marca a su manera de relacionarse con las emociones.
"La conciencia es soluble en alcohol."
-Riane Eisler-
Estas marcas son difíciles de detectar, tanto para los padres alcohólicos, como para sus hijos. Se instauran discretamente en la personalidad y muchas veces se traducen en actitudes aparentemente positivas. Sin embargo, en el fondo, existe una herida abierta que tarde o temprano, necesita ser mirada y curada.
Estas son las 5 marcas emocionales que quedan en el corazón de los hijos de padres alcohólicos. 1. Los hijos de padres alcohólicos no saben lo que es una conducta normal. Un padre alcohólico es, de todos modos, un padre. Por eso mismo, representa para sus hijos el modelo de lo que representa ser un adulto. Pero el alcohólico es impredecible: hoy puede ser un padre muy amoroso y mañana puede convertirse en un ser extraño, que amedrenta y confunde a su hijo.
Los niños nunca saben qué esperar de él. En consecuencia, los hijos de padres alcohólicos tienen dificultades para entender lo que es una conducta normal, es decir, una conducta no patológica. Por eso mismo, tienen un criterio pobre para definir lo que pueden permitirse hacer y lo que no. Dudan todo el tiempo.
2. Tienen dificultad para llevar un proyecto hasta el final Esta inestabilidad ansiosa y enferma hace aumentar la probabilidad de que el niño también se transforme en una persona inestable.
Para ellos es difícil esforzarse para realizar sus proyectos: al final, ya han utilizado mucha de su energía psicológica para tratar de entender y lidiar con la incertidumbre extrema que existe en sus propias vidas. 3. Se juzgan sin piedad y tienen dificultad para divertirse. El hijo de un padre alcohólico lleva en su corazón un sentimiento de culpa difuso y una sensación de incapacidad que no puede definir. La culpa nace porque
no sabe hasta qué punto el alcoholismo de su padre es responsabilidad suya.
Se pregunta: ¿debería yo hacer o hacer algo al respecto? La sensación de incapacidad nace de esa misma pregunta. En el fondo, me gustaría hacer o haber hecho algo para cambiar la situación. Pero nunca supe cómo podría contribuir. Entonces eso se transforma en una autorreción sorda. De la misma forma, ven la diversión con cierta áurea de peligro: su padre se divierte o no cuando está bajo una crisis de alcoholismo?
4. Son leales, aunque no exista mérito para ello
Los hijos de padres alcohólicos vivencian un sentimiento de lealtad patológica. Vieron a su padre en estado de decadencia y eso les provoca dolor, pero también miedo. Muchas veces se les pide a ellos o incluso se les exige que no comente esas situaciones familiares con nadie. Por eso, muchos de ellos crecen pensando que la lealtad ciega es un valor que necesitan sostener, sin dar importancia a las circunstancias. Sienten que necesitan soportar lo que sea cuando estén involucrados con alguien que aman. También creen que los demás deben hacer lo mismo con ellos. 5. Reacciona exageradamente y de forma impulsiva Los cambios son una amenaza para los hijos de padres alcohólicos.
Pasaron toda su vida en un va y viene constante, sin saber a dónde los llevaría. Por eso, si consiguen alguna estabilidad la defender obsesivamente. Sienten que con los cambios vendrá el caos que tanto temen. Por su parte, desarrollan poco control sobre sus emociones. En el fondo, piensan que todos tenemos una licencia de pirata para dar rienda libre a cualquier impulso: ¿no fue eso lo que vieron tantas veces en su hogar? Justamente por eso es tan difícil que interioricen conductas más centradas y racionales. En todos los casos,