8 Consejos esenciales para ser un buen psicólogo

La psicología es la ciencia que estudia el individuo, su comportamiento y sus vivencias. Como podemos percibir, es un campo de estudio muy amplio y extenso, que requiere una formación bastante específica y especializada. Por eso, para ser un buen psicólogo, independientemente de la especialidad, es necesario tener una serie de características y habilidades fundamentales.

Según el Código de Ética Profesional de los Psicólogos, este profesional debe ser, en todo momento, respetuoso, responsable, honesto, sincero, prudente, competente y garantizar la "solidez de la fundamentación objetiva y científica de sus intervenciones". Pero, además de todas estas competencias, el buen psicólogo es más que eso.

Empatía para ser un buen psicólogo

Es importante que el psicólogo sepa si coloca en lugar de los pacientes que trata. Es necesario contar con los mecanismos y las estrategias mentales para comprender cuáles son los miedos, las necesidades y las particularidades de las circunstancias de cada paciente. Sólo cuando alcanza ese entendimiento, el profesional va a entender cómo abordar el caso y cómo puede ayudar. La empatía es erróneamente considerada por muchas personas como una especie de misticismo. Los psicólogos han alcanzado el grado de comprensión de la mente humana que son capaces de adaptar sus ideas a las del paciente. De esta manera, entienden cualquier manera de pensar, aunque sea radicalmente diferente de la suya. Esto hace que sepan conceder la misma importancia a las ideas ajenas ya las propias.

Mente abierta Ser un buen psicólogo significa estar libre de prejuicios, estereotipos, creencias e ideas preconcebidas.

Hace referencia a estar abierto a nuevas ideas, al diferente y al desconocido.

Esta calidad, además de permitir que cualquier persona viva de manera más plena, es esencial para estos profesionales. Nunca se sabe quién va a asistir a la consulta. Por lo tanto, es necesario siempre estar abierto a conocer la esencia de la persona, su propia cultura, sus intereses y sus ideas.

Para poder adquirir ese nivel de tolerancia, es necesario que el psicólogo haya salido de su zona de confort. Aquella en la que nos sentimos protegidos y amparados por lo conocido. Es conveniente cuestionar, descubrir, indagar y asimilar que lo que nos rodea puede servirnos como una verdadera fuente de inspiración. Seguridad

Una característica bastante relacionada con la apertura de la mente es la seguridad que el psicólogo tiene en sí mismo y en su capacitación como profesional.

Si él no puede demostrar confianza en las propias palabras, difícilmente va a poder transmitir esa sensación a quien le pide ayuda.

No significa que sea pedante, muy directo o que diga las cosas sin ningún tacto. Se refiere a transmitir las orientaciones de acción de manera clara, concisa y confiable.

Con certeza, titubear, decir ambigüedades, transmitir mensajes contradictorios o considerarse inferior al paciente son acciones que perjudican la relación terapéutica. Introspección

Para conquistar ese nivel de apertura mental, es necesario que el psicólogo realice previamente un trabajo muy importante de introspección. Esto implicaobservarse a sí mismo, analizar y entenderse. Apenas conociéndose a sí mismo es que se alcanza ese mejor conocimiento en relación a la conducción y al control de los propios estados mentales.

Accesibilidad

Esta calidad está en el medio del camino entre la comodidad y la comprensión. Es conveniente que el paciente se sienta cómodo con el profesional para poder conversar y contar su caso, sus problemas, sus intenciones o sus mayores secretos.

Del otro lado está la empatía que consideramos una de las principales habilidades que hay que tener para ser un buen psicólogo.

La convergencia entre ambas da como resultado la accesibilidad: la facilidad y la naturalidad de poder contar al profesional sus preocupaciones. Capacidad analítica

Para poder actuar, es necesario que el profesional sepa interpretar lo que el paciente le cuenta. Como no debe cortar la fluidez de la conversación, su capacidad de seleccionar lo fundamental es esencial. Es decir, saber separar lo que es importante, el hilo que se debe retomar.

Esta capacidad también permite poder aplicar las técnicas de meditación más apropiadas, garantizando con ello el éxito de la terapia. Además, es crucial para diseñar un plan de intervención y evaluar los resultados.

Buena comunicación Este es quizás uno de los mayores desafíos que los psicólogos enfrenta en la práctica diaria, especialmente si aún no tienen años de equipaje. Saber cómo transportar todos los conocimientos teóricos a los casos reales no siempre es simple. Por lo tanto, es imprescindible dominar ciertas habilidades comunicativas y sociales para ser un buen psicólogo. Desarrollar ese don y saber si relacionarse e interactuar con las personas son cualidades fundamentales.

Por ejemplo,

durante una sesión es bueno saber hacer preguntas

, así como detectar previamente cuál puede ser el principal desencadenador de un trastorno o una patología. De la misma manera, el profesional debe tener la capacidad de organizar el tiempo de la sesión, distribuyendo los minutos de manera eficaz.

Saber escuchar Si la consulta se realiza en un ambiente relajado, el profesional ya estará con la mitad del camino caminado. Si se crea un clima de complicidad, la otra persona va a poder hablar con tranquilidad y sinceridad. Saber escuchar pasa por tener en todos los momentos una actitud activa y abierta, además de demostrar interés por lo que la otra persona está contando. Es decir, ser un buen oyente y demostrarlo. Es recomendable no interrumpir al paciente para que pueda expresarse libremente. Así, él será capaz de responder a las propias preguntas retóricas que él mismo se hace en voz alta.

Dejar espacio para el silencio también es muy positivo. El profesional debe observar cómo el paciente se comporta en esas pausas. ¿Cuál es el movimiento de las manos, la postura o los gestos. Todo es comunicación.Como vemos, para ser un buen psicólogo es preciso no sólo tener ciertas habilidades, sino también saber usarlas. Además, durante la práctica de la profesión es necesario mantener una actitud adecuada, comprometida y rigurosa.