Yo no huyo a la regla ... También hice mi balance de fin de año. Un evento casi automático, programado por la mente que se puso a hacer sumas, sustracciones, multiplicaciones y divisiones de manera independiente. Creo que fue ese año que dije: "¡Este año mi vida va a cambiar!".
Entendí en los meses siguientes lo que significa a tal fuerza del pensamiento ... Los cambios vinieron invitadas o no, transformando todo a mi alrededor.
Tal vez haya sido ese mismo año que dije estar en el ojo del huracán ... Aquel lugar donde después de haber pasado por la turbulencia del tifón inicial y ver todo ir por los aires, la gente ve con claridad las nubes grises y cargadas alrededor, el cielo en el extremo del cono, apretado, exprimido, con miedo de la tempestad que aún no se acabó.
En el ojo del huracán es donde la gente ve nuestros muebles y abrigo yendo por los aires, deshaciéndose en pedazos, partes de esos pedazos alcanzando e hiriendo a las personas que amamos mientras la gente asiste impotente a la secuencia de eventos fuera de nuestro control.
Está bien allí, en el centro de todo aquello, mientras la gente se aferra con firmeza en cualquier cosa que nos ofrezca un punto de equilibrio, que la gente siente voluntad de encontrar un pasaje secreto por donde pueda pasar ileso y fingir que no fue en nuestra vida que todo se deshizo así, tan deprisa. Y después de la tempestad, dicen los antiguos, viene la bonanza
Después de todo ruido y roto, el cielo vuelve a ser azul, mientras que la gente se sienta en medio del desierto que se construyó a nuestro alrededor y mira el horizonte buscando fuerzas y un horizonte el norte para recomenzar. El desorden es tan, tiene tanta cosa quebrada y perdida para quitar del lugar, tiene tanta gente herida para ayudar a cuidar y ... Hay tantas heridas en la gente tratando de sobrevivir mientras todo sucedía ...
Pero cesada la tempestad, es forzoso recomenzar.
Necesitamos un nuevo refugio. Necesitamos muebles nuevos. Necesitamos cuidar de las propias heridas, porque después de una tempestad así, la solidaridad es importante, pero no tan importante como estar fuertes y sanados lo suficiente para tener condiciones de ayudar a los demás. Después de una tempestad así, cuando uno ve a alguien herido por un destrozo de un mobiliario o pared que era nuestra, viene la culpa. Es necesario tratar de las heridas internas también, comprender que las tempestades son tempranas y nada sucede sin un propósito.
Sobrevivi y recomiendo
Cesa la tempestad, deshecho aquel cono aterrador, yo ya no me veía más en el ojo del huracán.
Estaba recomenzando, reconstruyendo cada ladrillo de mi vida, levantando paredes nuevas para albergar mi alma. Cuidando las heridas externas, de las internas, observando con pesar a otras personas heridas y tratando de los más cercanos, por quienes sentía la responsabilidad de no haber ofrecido un refugio más seguro. Ahora aquí, observando esa matemática que mi mente se puso a hacer teísmos, siento un cansancio descomunal.
Siento vértigo, tal vez porque pasé demasiado tiempo girando a las vueltas del huracán. Siento dolores por todo el cuerpo y por incontables veces perdí el coraje de recomenzar ... Pero estaba cada uno por sí, en la reconstrucción de sus vidas, y si yo quisiera una, no podría actuar diferente. Guarde el cansancio en un canto cualquiera y con vértigo y jadeante, fui caminando y trabajando en pasos trópegos, a un ritmo más lento que mi capacidad habitual, probando todos mis límites para decirte, aquí, al final de ese libro de trama tan intensa que yo sobreviví.
El balance final fue ese.
Sobrevivi. Al huracán, a las heridas, a los juicios, a las llagas auto-inflingidas. ... Sobrevivi.Ya no es más tempestad y hace un sol hermoso en un cielo azul turquesa ...
Aunque todavía siento vértigo y debilidad, siento en medio de la reconstrucción de mi abrigo y me siento orgullosa, porque sobreviví. He ganado musculatura, resistencia física, hay dolores que ni siento más. No estoy lista para un nuevo huracán, pero nadie se enfrenta a uno y vive sin aprender lecciones valiosas de supervivencia ...
Porque sobre vivir, le digo, la vida cada día es un capítulo de una trama que la gente escribe y, a veces, va transformando en tempestad, se va transformando en el tiempo, se va probando, viviendo de verdad ...
Y yo que no huido a la regla me despido de ese libro mucho más rico,
cuidando las heridas mientras camino hacia un libro nuevo, lleno de páginas en blanco, de pluma en puño, deseando escribir en él sobre la primavera que se instaló en el suelo empapado, después de que la tempestad pasó.