Es natural sentir como si la tristeza estuviera atravesando nuestro cuerpo, en la medida en que ella turba nuestra mente y lucha para salir. Sin embargo, muchas veces insistimos en reprimir y ocultar lo que sentimos, en un esfuerzo en vano para que ella salga sin dejar rastros. Hacer esto, además de empeorar la situación, hace que poco a poco ella vaya creando raíces en nuestros pensamientos, de los cuales pasa a nutrirse. En vez de eso, deberíamos aprender a aceptar la tristeza. La sociedad nos enseñó a actuar de una manera "ideal". tan ideal que podemos considerarla artificial. Buscamos movernos en el campo emocional entre límites muy estrechos. La risa, por ejemplo, es buena como un signo de alegría; sin embargo, puede llegar a ser irritante e indeseable cuando se toman matices estridentes o cuando demuestra poca restricción: sea por voluntad o por falta de autocontrol. Si esto se desarrolla de esta forma con una emoción positiva, toda aquella que sea negativa, como llorar o estar deprimida, es directamente evitada. Esta restricción se lleva a tal punto que, ni siquiera en el calor de nuestra casa, en la más absoluta soledad, nos permitimos liberar lo que nos atormenta.
Tenemos miedo de que este mantra que nuestros padres repitieron cuando éramos jóvenes se hiciera realidad: repetir lo que hacíamos en casa.
"Vale la pena estar triste a veces, estar exhausto de vez en cuando. Vale la pena no siempre ser la persona alegre que todos quieren que seas. Vale la pena no querer conversar con nadie. Es bueno dejar el corazón llorar hasta que se seque. "Vale la pena ser humano." -Anónimo- ¿Por qué la tristeza dejó un agujero en su vida?
La tristeza puede aparecer por varios motivos: por perder el empleo, acabar una relación amorosa, perder un dinero importante o incluso por una enfermedad inesperada. Son situaciones normales y más comunes de lo que queremos creer. El problema aparece cuando no hacemos una gestión de la emoción (porque no sabemos cómo o porque renunciamos de forma voluntaria a eso) y, por sentir, pasamos a estar tristes. Cuando la emoción deja de ser emoción y pasa a ser un estado con raíces profundas y fuertes todo se vuelve más difícil.
Es por eso que la tristeza fue capaz de hacer un agujero en nuestras vidas. Incluso, ella puede instalarse para siempre si no somos capaces de mirarla, observarla y analizar el mensaje que ella desea transmitir. Vamos a dar algunos ejemplos:
La tristeza que aparece después de un término es una emoción natural dentro del proceso de dolor por el que probablemente vamos a tener que pasar. Sentirla y experimentarla nos ayudará a girar la página y seguir adelante.
Si surge debido a una enfermedad, la tristeza puede permitirnos adquirir conciencia de nuestra vulnerabilidad en ese momento. Ella puede ser el estímulo para dejar de mirar hacia fuera y pasar a mirar hacia adentro.
- Después de una pérdida de dinero, estar triste puede ayudarnos a parar un momento para pensar en otras posibilidades de conseguirlo. Tal vez no hemos explorado todas nuestras capacidades al máximo.Estar triste puede ser una oportunidad para parar y reflexionar sobre lo que está pasando con nosotros. Pero, sobre todo, para dar valor a lo que antes no apreciábamos. Sin embargo, si la tristeza nos bloqueó por completo, si estamos a un paso de la depresión porque no logramos espantar esa tristeza, entonces es hora de dar un paso adelante y pasar a la acción.
- "La tristeza del alma puede matarlo mucho más rápido que una bacteria."
- -John Steinbeck-
Estrategias inteligentes para aceptar la tristeza y alejarla
Para librarse de toda la tristeza que nos desmotiva, que nos impide de levantar sonriendo todos los días para comenzar el día con una careta de desilusión y que hace parecer que nuestra vida no tiene sentido, es necesario poner en práctica algunas estrategias. Las principales son aceptar la tristeza y sus manifestaciones, como el llanto o la introspección. Es inútil negar y encapsular la tristeza o enviarla al exilio.
Necesitamos aceptar que estamos tristes y, sobre todo, tenemos que darnos permiso para expresarla.
No importa si lloramos, si lloramos mucho, si queremos caer a los llantos. Se necesitan esos momentos en que la imagen que podemos proyectar se vuelve secundaria: la catarsis emocional pierde toda su función cuando encuentra paredes fuertes y rígidas que no permiten su presencia. El llanto nos devuelve la paz, el punto de salida para recordar la importancia de cuidarnos. Hacer ejercicios, tener una alimentación sana, establecer horarios para comer y dormir, salir con nuestros amigos ... definitivamente, aunque no tengamos ganas de hacerlo, pues deseamos abandonarnos por completo, nada está perdido.
A poco podemos ir introduciendo pequeños cambios que nos activen y comiencen a motivarnos. Por último, vale la pena buscar en parte de nuestras actividades una motivación intrínseca, un deseo de realizarlas más allá de los resultados que ellas pueden ofrecer. Entonces, cuando no nos gusta, tampoco podemos hablar de un tiempo perdido. Además, podemos confiar en Mindfulness, una actividad muy agradable que nos ayudará a ganar altura ante lo que parece superarnos. Pero, sin duda, la clave de todo esto está en recurrir a un profesional cuando las heridas que tenemos superan nuestra capacidad para soportar el dolor,
o cuando nos sentimos tan aplastados por una carga que no encontramos ninguna palanca con la cual levantarla. Porque, a pesar de no creer que nuestra situación pueda cambiar, todas las tempestades terminan dando lugar al sol. "La lluvia cae porque la nube ya no puede soportar el peso. Las lágrimas caen porque el corazón ya no puede soportar el dolor. "-Anónimo-