La leyenda de Carlos Magno es una de las historias más perspicaces e interesantes de Italo Calvino. Este maravilloso escritor nacido en Cuba, hijo de italianos, dejó un impresionante testimonio de su aguda sensibilidad y su clara inteligencia en ese miniconto. Calvino siempre vagó entre un realismo radical y una imaginación sin límites. La leyenda de Carlomagno es un buen ejemplo de ello.
Partiendo de una historia fantástica y casi inverosímil, consigue imprimir una visión profunda y analítica en torno al amor apasionado. Buena parte de las obras de Calvino tiene un toque de fábula. La leyenda de Carlomagno puede ser categorizada dentro de ese grupo. Sin embargo,
en ese caso el propósito va mucho más allá de una moral. El cuento hace una impresionante revelación sobre el amor de una pareja. En este tema, la postura de Italo Calvino está muy cerca de la posición del psicoanálisis contemporáneo. "Amamos a la persona que protege o una imagen narcisista de nosotros mismos."
-Jacques Alain Miller-
La leyenda de Carlomagno y el amor como pasión
La leyenda de Carlomagno comienza de la siguiente manera:
"El emperador Carlos Magno, se apasionó, ya más viejo, por una joven alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído por un ardiente amor y habiendo olvidado la dignidad real, se descuidaba de los asuntos del Imperio. Es interesante que Italo Calvino haya elegido como personaje principal a un hombre mayor y poderoso. Aparentemente, es la antítesis de aquella postura adolescente en la que el amor sobrepasa cualquier cosa.
Sin importar el hecho de ser emperador, al enamorarse, él cierra los ojos a todo lo demás. Por eso los nobles se preocupan. El poder y el amor no son dos realidades compatibles entre sí, aunque a veces caminan lado a lado. En ese caso, el amor se impone sobre el poder, asunto que pone en riesgo todo el imperio. Este es sólo el comienzo de los sorprendentes hechos que ocurren a continuación. El amor, un engaño, un hechizo
Después de haberse enamorado tan intensamente, ocurre lo impensable. La amada joven muere repentinamente. Dice la leyenda de Carlomagno que el amor no murió con ella. El emperador, ciego de dolor, hizo llevar el cadáver embalsamado a su cuarto. Y no quería separarse ni por un momento de aquel cuerpo inerte. El cuento continúa, afirmando lo siguiente:
"El arzobispo Turpín, asustado con esa macabra pasión, sospechó de un hechizo y quiso examinar el cadáver.
Escondido bajo la lengua de la mujer, encontró un anillo con una piedra preciosa. Se descubrió entonces aquel amor escondía, en realidad, un hechizo. Por fin, Carlos Magno no estaba tan apasionado por la joven alemana. Lo que había sucedido era obra de la magia, no de un sentimiento real. Italo Calvino comienza a revelar aquí la verdadera naturaleza del amor. Hay algo que el ser amado lleva, pero que no es él mismo.
El amante se apasiona por lo que la persona carga, no por la persona en sí. En términos de psiquismo, diríamos que el amor es la activación de un elemento mágico. No en el sentido poético, sino literal. Al amor, se cede bastante en relación a las reglas de la lógica y se empieza a palpar a los imposibles, con la esperanza de hacerlos realidad. El amor: un anillo con una piedra preciosa. El final de la leyenda de Carlomagno no podría ser más sorprendente y abrumador. Lo que sucedió después de que el Arzobispo encontró el anillo fue el siguiente: "Tan pronto como Turpín tomó el anillo en las manos, Carlomagno se apresuró a hacer el funeral del cadáver y dirigió su amor a la persona del Arzobispo. Para salir de la embarazosa situación,
Turpín arrojó el anillo en el lago de Constanza.
Carlos Magno se apasionó por el lago de Constanza y no quiso nunca más apartarse de sus márgenes ". En esa parte final se revela definitivamente cuál es la naturaleza de ese amor inflamado que no daba lugar a la razón. Al final de cuentas, Carlos Magno no le importaba cuál era el objeto de su amor. Por eso él se enamoró del arzobispo y luego por el lago, el cual amó para siempre. El secreto de todo estaba en el anillo mágico.