Todos pasamos por momentos de dolor, sean psicológicos o físicos, independientemente del grado y del tiempo.El mismo dolor se siente de manera diferente por cada persona, sea cual sea su clasificación. Esta es una condición que debemos buscar entender y respetar, pues cada uno tiene su tiempo de superación.
Los dolores físicos, casi siempre notados por todos nosotros por estar asociados a una enfermedad, un herido, son más fáciles de curar con medicamentos y cuidados, lo que luego nos quita de la tormenta. Algunas, por tratarse de una herida a veces más grave, deja su cicatriz, que siendo pequeña luego hasta olvidamos, pero cuando las cicatrices son más marcadas, en la mayoría de las situaciones es difícil olvidarlas.
Cuando los dolores son en el alma, que pueden estar tanto asociados a un trauma de dolor físico o simplemente a un sentimiento de rechazo, miedo, angustia, pérdida, entre tantos otros, conseguimos con más facilidad guardar esto sólo para nosotros, no siendo notado por los que nos rodean. Son pocas las personas que logran observarnos en silencio y así hacer una lectura de lo que estamos sintiendo.
Claro que guardar nuestros sentimientos allá en aquella cajita del alma es un derecho, aunque no sea la mejor opción para algunos de ellos. Imagínese guardar rencores, miedos, angustias ... eso ciertamente nos hará un gran mal.
El dolor es algo natural
Los dolores forman parte del ser humano en su caminar por la vida, y evitarlos completamente es imposible. Por lo tanto, lo mejor que podemos hacer es buscar entender sus causas y administrarlas mejor enfocando nuestro bienestar. Pero, ¿cómo entender y administrar si quedamos sumidos en ellos días y años, alimentándolos con nuestras ilusiones, nostalgia, lamentos, decepciones y excusas?
El noviazgo acabó, la persona ya está con otra siguiendo la vida, y allí estamos alimentando el dolor con la ilusión de que va a volver, dando la excusa de que no olvidamos porque sabemos que todavía estamos amados, o que no perdimos la vida esperanza por todavía tener sentimientos. Un amigo traicionó la confianza que teníamos con los ojos cerrados, y lamentamos la pérdida y la decepción.Cada vez que retomamos al asunto, fortalecemos el dolor con estos sentimientos.
Alimentar el dolor no hará que la situación vuelva a ser lo que era Eso sólo la dejará más fuerte y nosotros más débil para superar e iniciar una nueva fase. Es necesario entender que hay un pasado a superar que ya no forma parte de nuestra vida en el ahora
, que entró a nuestra historia como experiencia.
Alimentar el dolor de lo que pasó no nos ayudará en nada. Claro que todos tenemos el derecho de guardar nuestros sentimientos y tomar un tiempo para lidiar con ellos, pero quedarse sufriendo por un tiempo más allá de lo necesario es no abrir la ventana del alma y dejar un nuevo sol brillar, con gratitud por lo que vivimos, sea bueno o mal, porque ciertamente nos dio la oportunidad de madurar.Alimentar el dolor de las nostalgias, del amor perdido, de las penas que nos causaron, de los errores que cometemos, sólo nos deja paralizados
en el tiempo y hasta amargos con nosotros y con la vida, pudiendo hasta llevarnos a enfermar y llegar al extremo aislamiento. No alimente el dolor porque será cada vez más difícil de superar. Cuando aceptamos con entendimiento las etapas vividas y los sentimientos que tuvimos, debilitamos el dolor de la ilusión y abrimos la puerta para un nuevo tiempo de vivir.