El perdón y la conciencia tranquila son una excelente almohada

Conseguir perdonar a alguien que me ha herido y estar seguro de haber actuado de la mejor manera me ayuda a tener la conciencia tranquila y sentirme mejor conmigo mismo, además de evitar el dolor de cabeza que algo que me preocupa provoca. Cometi mis fallas y también las cometieron conmigo, pero comprendí y acepté estas situaciones.

Dicen que, en general, cuando las preocupaciones aprisionan la mente no nos dejan vivir y, principalmente, no nos dejan ir a la cama con tranquilidad suficiente. Por esta razón, de la misma manera, puedo afirmar que entender lo que significa la actitud de "pedir perdón" y ponerla en práctica siempre sirve de buena almohada.

No conozco a nadie que merezca más que el que perdonó, sin olvidar que pedir perdón es tan difícil como perdonar.Compartir

La actitud de pedir perdón

Elvira Sastre decía que "una vida sin coraje es un camino de vuelta sin fin" y estaba totalmente segura, porque siempre tuve en mente que el coraje de pedir perdón es seguido por la grandiosidad de perdonar. En otras palabras, una actitud como la de "pedir perdón", que me exige un poco de autocrítica, de autoanálisis y principalmente de mucha humildad, es seguida de la recompensa de convertirme en una persona mejor. "No hay nada mejor que reencontrarse consigo mismo y perdonar a otra persona, tenga razón o no, porque las personas, cuando hacen cosas dolorosas, normalmente las hacen porque en ese momento no podían hacer mejor, porque tenían miedo o por el motivo que fuera. Entonces perdonar es algo maravilloso. "-Marwan- El acto de pedir perdón me salva porque implica asumir mis propios errores que pueden haber lastimado a otras personas, a veces muy queridas. En este último caso, lo más probable es que lo haya hecho sin querer, pero lo hice, y me siento mejor si pido perdón y me perdonan. Dar el perdón a los demás, perdonarme a mí mismo y ganar el perdón de los demás me ayudó a huir de los resentimientos, del malestar, de las heridas que no cerraban, de un pasado que no me dejaba mirar el futuro.

La conciencia tranquila

A la actitud de "pedir perdón" se suma inherentemente la conciencia tranquila, entendida aquí como el juez que dicta mi comportamiento: me recrimina, me alaba, opina sobre mí y es sincero conmigo mismo.
Una conciencia pesada

, por alguna actitud mala cometida o una palabra mal empleada, me cambia, me enerva y empeora mi salud: se transforma en una almohada que no me deja encontrar mi espacio y no me permite descansar. "La conciencia hace que nos descubrimos, nos denunciemos o acusemos a nosotros mismos, y la falta de testigos depone contra nosotros."

-Michael de MontaigneCuando pido perdón sinceramente y soy perdonado, o viceversa, esa almohada de lo cual yo hablaba se transforma: ahora encuentro mi lugar en la cama y en la vida, conmigo y con los demás.

Tener una conciencia tranquila se transforma en un paso hacia adelante y una puerta más que yo cierro

, dando la espalda a un pasado con el que aprendí.

Todo el mundo ya pidió perdón alguna vezEl hecho de pedir perdón, sobre todo cuando me equivoco mucho, puede causar vergüenza. Después de todo, a nadie le gusta retroceder y reconocer que no actuó bien. Sin embargo, sé que todo el mundo ya ha pedido perdón alguna vez y que eso es algo necesario: nadie es perfecto, y todo el mundo se equivoca, como se suele decir. Por eso mismo, nadie queda excluido de la actitud gratificante de "pedir perdón". No se juzgue cuando usted no merezca, sea humilde pero no se humille; siempre reconozca que nadie, al igual que usted, puede vivir sin perdonar y ser perdonado.