Libérese de su mayor enemigo: el Ego.

Estudiar el budismo y otras religiones, además de hacer terapia, me ayudó a ser una observadora atenta de mí misma y del mundo a mi alrededor. Sin juicios. Pero una observadora atenta que toma lecciones de todo (sí, todo) que sucede a mi alrededor.

Una de las primeras cosas que aprendí y todavía estoy aprendiendo es sobre la manipulación que el ego hace con nuestra mente. Él te hace pensar que es capaz de todo, que es simplemente libre para hacer lo que quieras, incluyendo pasar por encima de las personas, te coloca en la cima del mundo y luego te deja solo allí. La caída es cierta. Las marcas y consecuencias también.

Ya ha predicado piezas en mí, así como puede haber predicado en ti. Y, cuanto más influenciable por circunstancias externas sea, más riesgo corre de caer en las trampas del ego. Un elogio, aunque indefenso, puede hacerte creer que es el mejor, el más inteligente, el más hermoso, el más sabio, el más inteligente ... y entonces tu ego es inflado de tal forma que crees piadosamente en aquello y no ve más nada o nadie. ¡No caiga en esa trampa!

Usted entra en paranoia pensando siempre que alguien quiere lo que usted tiene, que pueden herir, derribar, robar sus cualidades o envidiarlas ... Y entonces todos vieron perseguidores o enemigos. Nadie más merece su confianza. Y usted realmente cree que no necesita a nadie más. Usted solo se basta. La certeza de que si usted no ha vivido esta situación, conoce a alguien que ya ha pasado o está pasando por eso.

Trabajo con periodismo, marketing, gastronomía y eventos. Y, lamentablemente, veo a diario personas que se pudieran ni pisotear en el suelo. "¡Yo no soy bueno! "Yo soy el mejor y todos me envidian." Antiguamente cuando oía cosas del tipo quedaba con rabia y tenía una respuesta inmediata. Y no sería nada delicado (risas). Pero hoy sólo observo y, a veces, hasta me preocupa en cómo esta persona se ocupará de las consecuencias en el futuro próximo.

Esto vale para el día a día también. Cuando no queremos enseñar algo al otro porque no tenemos paciencia. Es obra del ego. Cuando desistimos de la situación del otro, también. Cuando nos hallamos superiores y más sabios que los demás, es claramente obra del ego. El verdadero sabio no desprecia al otro, no humilla, no tiene miedo de enseñar lo poco que sabe y aprender con el otro.

¿Cuántas historias ya vimos de artistas que cuando estaban en el auge de la carrera gastaron compulsivamente, hicieron enemigos, humillaban a las personas y después perdieron todo y se quejaron de la soledad? ¿Cuántas personas vemos desempleadas porque creen que hacer un trabajo diferente es humillante? ¿Cuántas personas prefieren no tener amigos por creer que todos los que se acercan quieren quitar algo de ellas?

Todo esto es obra del ego. Él quiere que usted se confunde, sea egoísta e ingenuo, se deje llevar y acabe solo. Pero, tenga la conciencia: el ego no es usted. El ego no es su verdadero yo. Y, sí, usted puede dominarlo y destruirlo. No voy a decir que hay una fórmula secreta para eso y que tomarla usted despertará mañana libre de él. Imposible. Pero puedo decir, de corazón, que tomar conciencia de que ciertas acciones no son suyas ya es un gran paso. A continuación,

abra a la meditación. Es una forma maravillosa de conocerse a sí mismo. El silencio de la mente, la respiración controlada, nos hacen ver mucho más allá de lo que podemos imaginar. La terapia también es una gran opción. Muchas veces la raíz de nuestras actitudes actuales está allí en la infancia. Y, por obra divina, siempre tenemos tiempo de descubrir y corregir. Estudia a tus antepasados. Esta es también una gran forma de ver que ciertas actitudes no son realmente suyas, sino sólo repeticiones de actitudes familiares que usted hace sin que tenga conciencia. Cada uno tiene una manera de manejarlo.

Lo importante es saber que sí, es posible deshacerse del ego, ya que él no es usted. Tenga una vida más ligera. Haz el bien a ti ya los demás. Soy la prueba de que todo puede ir al lugar correcto si realmente quieres. Hasta la próxima!Namaste