Todos vamos allá, todos vamos a envejecer. En esta gran transformación que el cuerpo y la mente viven en la tercera edad, hay un punto de ruptura que puede llegar a ser problemático. Se trata del momento en que cambia la rutina profesional, es porque se ha conquistado la jubilación o porque las limitaciones de edad nos impiden realizar las actividades con las que estábamos acostumbrados.En algunos casos, este tipo de situación se vuelve realmente grave. Nuestros abuelos o padrescomienzan a sentir que ya no son útiles y entran en fuertes períodos de depresión.
Permanecen casi todo el tiempo solos y, en la familia, empiezan a ser percibidos como una presencia incomprensible.Aprender a envejecerLa persona envejece como vivió.
Las personas que han logrado llevar una vida gratificante generalmente pueden aceptar los cambios de edad con mayor naturalidad.
Quien tiene conflictos no resueltos, frustraciones no superadas y cultivado relaciones complicadas a lo largo de los años tendrá más dificultad en el momento de envejecer.En estos últimos casos,la falta de actividad se convierte en una especie de detonador.
Ya no es posible distraer esas "pendencias" por medio del trabajo y de los compromisos diarios. También no es posible hacer grandes cambios en la rutina. Y el ocio, entonces, pone en primer plano las insatisfacciones con la vida.Esta situación resulta especialmente difícil para las personas que han sido muy activas o que valoran la productividad por encima de todo lo demás.Para ellos, es como morir en vida.
Principalmente si tampoco cultivaron actividades de interés y pasatiempos.Las personas que los rodean y los aman ven a las personas mayores a palidecer y experimentar sentimientos contradictorios.Aparece un poco de culpa al presenciar esta triste condición, pero al mismo tiempo surge la frustración por no poder ayudarlos de una forma más efectiva.
Pulse la percepción de la vida en su faceta de fatalidad: se envejece y, inexorablemente, aparece una decadencia progresiva impuesta por la naturaleza. No se pueden hacer cambios mucho mayores en relación a eso.Sentirse útil y capaz es uno de los secretos para que el anciano pueda lidiar con éxito con la última etapa de la vida. Aprender a canalizar el ocio
El ocio no es un tiempo residual, sino una de las dimensiones más importantes de la vida.
Es durante el llamado "tiempo libre" que tenemos más opciones para conocernos, reconocer y experimentar como seres integrales. Esto es especialmente importante en la tercera edad, cuando el tiempo libre se convierte en regla y no más en excepción.
La respuesta sobre qué hacer con el tiempo libre no es la misma para cada persona. Depende estrictamente de las motivaciones, de los intereses, de los gustos de cada uno.Si estamos hablando de un anciano sociable, nada mejor que facilitarle el contacto con grupos de su propia edad. Este tipo de comunidad es muy frecuente en las iglesias. También son comunes los clubes y grupos de la tercera edad para leer o hacer ejercicio.
Si es alguien que está cómodo sólo con su familia o que, en virtud de sus condiciones físicas, no tiene facilidad para salir de casa,la mejor alternativa es motivarle para que desarrolle un afecto que pueda practicar sin grandes problemas.
La jardinería, los trabajos manuales y artísticos y la lectura son buenas opciones.En cualquier caso, lo importante es diseñar una rutina estructurada.Se debe incluir tiempo para alguna actividad productiva diariamente. Lo mejor es que se realice siempre a la misma hora. Basta 2 o 3 horas al día. Debemos incluir tipos de trabajo que van desde colaborar en la organización de alguna parte de la casa hasta tareas que estimulen la creatividad.
Con un esfuerzo que no es muy grande, usted puede ayudar a un anciano para que se sienta útil de nuevo.Esto se verá reflejado positivamente en su estado de ánimo y traerá calidad y sentido a sus últimos años de vida.