Todavía veo a las parejas que pasaron y pasan una vida entera con el mismo compañero (a). Esto no es tan común en los días de hoy, pero todavía sucede. Comienzan a salir en la adolescencia, se casan, tienen hijos y permanecen juntos en la vejez por muchos años. Tengo una amiga cuyo marido es su novio de infancia. El matrimonio sigue siendo bueno y funciona. Ella suele decir: "Fuimos niños juntos, crecimos juntos, aprendemos juntos y estamos madurando y envejeciendo juntos".
No hay duda de que este tipo de relación es una rareza. Muchos otros, después de algún tiempo de casados, se separan o pasan la vida se digladiando y se acostumbra a vivir mal - un tolera al otro, la dificultad de uno refuerza la del otro ... En algunos casos, durante el noviazgo, todo funcionaba y daba cierto; después, no sé qué sucede, la cosa deshace. Una persona cercana se enamoró durante casi ocho años, y cuando ella y su pareja decidieron casarse, la relación no duró dos años. Es mucho más de lo que imaginamos. Me siento curiosa con las relaciones largas, principalmente en los tiempos actuales, en los que el inmediatismo y la superficialidad ganan cada vez más terreno y notoriedad. La mayoría de la gente no se calienta con nada ni se prende a nadie, todo es rápido, pasajero y desechable. Sin contar que
la demanda es mayor que la oferta, el mercado está bastante concurrido. Quien tiene una persona interesante al lado que la sostenga y la valorice, pues no es fácil encontrar a alguien decente, resuelto y dispuesto a compartir la vida. La competencia está fuerte y agresiva. También no podemos olvidar que hay muchas relaciones de fachada, de vitrina, un gran número de ellos es sólo para el inglés ver.
Hoy, algunas personas todavía se mantienen en matrimonios largos y falaces por cuenta del patrimonio, del miedo a enfrentarse a la vida solitaria, de las dificultades de cada uno, de los hijos, de las mayordomías proporcionadas; con eso, cierran los ojos para otras cosas. Cuando el asunto es una relación amorosa, no hay víctimas ni villanos. Hablo de relaciones consideradas normales (aunque hasta eso varía de pareja a pareja, de persona a persona, porque lo que yo considero normal, el otro puede no considerar), pero vamos a hablar de aquellas relaciones cartesianas, conservadoras. No hay el que aprovecha y el otro que es aprovechado. Todos aprovechan a su manera, y ambos son responsables del éxito o del fracaso de la relación. A veces uno usa y el otro se deja usar, porque es conveniente. Hay otros que pasan la impresión de que son explotados, pero, en realidad, son los que más sacan ventaja. Estos suelen posar de víctimas cuando es conveniente, y siempre tienen una lista de cobros a mano para usar en la hora propicia. Son los contadores oficiales de la relación: cuánto ha merecido la pena, cuánto ha recibido, cuánto ha dejado atrás, cuánto merece, cuánto todavía puede conseguir ...
La relación es un contrato, un juego. En él, nadie hace nada para el otro que no sea permitido o deseado por éste. Hay siempre una ganancia para ambos, aunque sea sólo el suministro de las carencias y de las dificultades de cada uno. Relación es 50% de uno y 50% de otro
; cuando hay desequilibrio en ese porcentaje, y es muy difícil no haber, seguramente uno va a ceder más que el otro, y una de las partes se beneficiará más. La que más cede es la que más se sentirá infeliz en la relación o que tendrá en el futuro un mayor poder de negociación sobre el otro a la hora de contabilizar las ganancias derivadas de las "renuncias" que hizo, algo que más tarde puede ser de su interés . En relaciones, se dividen las cosas buenas así como las malas, aunque hay mucha gente que quiera solamente el filé de la relación. ¡No conozco a una persona que le guste quedarse con lo que no es bueno! Veo con cierta frecuencia ese movimiento desigual. En la "danza amorosa", ambos polos se alternan todo el tiempo. Por supuesto, algunos intentan minimizar sus responsabilidades cuando algo no funciona o no está siendo interesante. Pasan a colocar al (a) compañero (a) en la condición de villano (a) y viceversa, como si ellos mismos no tuvieran la menor interferencia o participación en el asunto. Todo lo que sucedió parece ajeno a su voluntad. La persona se coloca en la posición de mero espectador de la propia relación, como si eso fuera posible. No hay como hablar de culpa o error cuando el asunto es amoroso. Las dos partes involucradas son responsables de la historia que protagonizaron y que fue escrita, construida, por ambos.El final será dado por ellos mismos a partir de lo que cada uno hizo para el otro. Pero siempre tenemos que recordar que hay mucha gente que confunde amor con otras dificultades personales, por ejemplo: obsesión, fijación, dependencia, inseguridad ...
No podemos creer que el otro será nuestro salvador, nuestro redentor, y nos sacará de las dificultades , sanará todos nuestros problemas, nos llevará por la vida afuera ... Tenemos que bastarnos, pues sabemos que no sirve de persistencia en relaciones en las que el descompuesto de la danza conyugal vive en eterno desequilibrio, principalmente en las que no hay afinidades importantes ni objetivos comunes. No debemos mantenerse en cuadros amorosos en los que cada uno está más preocupado por sus propios problemas e intereses que con la relación en sí, en los que sólo quedaban las discusiones, los cobros, las obligaciones y los deberes, en los cuales el sentimiento, el sentimiento, el respeto y la complicidad ya terminaron hace mucho tiempo. Algunos tienen por costumbre colocar en el otro la culpa y la responsabilidad por la propia infelicidad, sobre todo cuando nada ha quedado, ya no hay nada en común, ni respeto. La desarmonía es total.
Tristes son esas relaciones en que, después de algunos años, la pareja mira hacia atrás y percibe que el saldo es negativo: nada queda más allá de los hijos, cuando los tiene, los cuales una hora también trazar sus propios caminos. Difícil esa sensación de que la vida pasó y mucho tiempo se perdió debido a las malas elecciones ya las decisiones impensadas. Tenemos que ser cautelosos, cuando sea posible, en la elección de la asociación correcta, si queremos compartir el camino de la vida.
Sin embargo, hasta que las personas se den cuenta de la situación triste en que se encuentran, quedan en ello un temprano. Están atascadas en problemas hasta el cuello y, principalmente, en consecuencias que resultaron de esa historia. Por eso es necesario tener la fuerza de romper con el círculo vicioso que la mayoría de las relaciones tradicionales nos impone y nos encontramos con nosotros mismos para que en el futuro busquemos relaciones más saludables y felices.