Neurofelicidad. Basta leer el término para que la curiosidad nazca, así como ocurre con un niño cuando hacemos un truco de magia. De repente, notamos que la palabra felicidad no aparece sola, designando aquel estado emocional intangible. No. Aquí la felicidad es un estado vinculado a nuestro cuerpo: "neuro" es un prefijo que hace referencia a nuestro sistema nervioso.
Las emociones - entre ellas la felicidad - dependen de la actividad de nuestro cerebro y son esenciales para la supervivencia del individuo. Se caracterizan por tener dos aspectos diferentes: producen una sensación subjetiva, y suelen acompañarse de una manifestación externa, comportamental. De este modo, la felicidad se manifiesta como bienestar interior, pero también se exterioriza creando formas de expresión de ese bienestar que normalmente lo retroalimentan. Felicidad y sistema nerviosoUsualmente, en el momento en que intentamos definir y explicar la felicidad, la relacionamos con nuestro universo emocional, con la satisfacción o insatisfacción relacionada con un deseo, un sueño realizado
. Esta emoción se presenta en un plano metafísico. No es algo que pueda ser tocado, guardado en el armario para que podamos coger todos los días por la mañana. Es algo variable, incontrolable y, en la mayoría de los casos, vinculado a una experiencia exterior.
No somos conscientes, sin embargo, de que esa emoción no se origina propiamente en la experiencia externa. Es en realidad el subproducto de un proceso químico que ocurre en nuestro sistema nervioso. Tiene su lugar en nuestro cuerpo. Somos productores de felicidad. Ella no aparece por casualidad, como una consecuencia divina. Es una reacción química en respuesta a una experiencia y en concordancia con nuestra concepción de la realidad.
Las sustancias químicas de la felicidad Tal vez usted se esté preguntando qué es una reacción química y cómo nuestra concepción de la realidad tiene un papel central en nuestra felicidad. La respuesta a estas dos preguntas es simple.Por un lado, tenemos las hormonas de la felicidad: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina.
Hablamos de una reacción química cuando estas hormonas trabajan en nuestro sistema nervioso asociado a sentimientos positivos: amor, placer, bloqueo del dolor, etc. Por otro lado, tenemos nuestra concepción de la realidad. Esta es una construcción psicosocial que se ha formado desde la infancia, determinada por nuestras primeras vivencias y que define nuestro futuro. Ella influenciará nuestra relación con cada experiencia y, como consecuencia, influenciará también nuestra producción biológica de felicidad.
Teorizando y construyendo un bienestar duradero Hablar de neurofelicidad es hablar de poder crear el bienestar. Esto quiere decir que después de establecer bases reales para entender la felicidad, podemos crear estrategias que nos permitan ser felices. Es posible construir una felicidad que no dependa de una experiencia, y para hacerlo necesitamos simplemente transformar la química de nuestro cerebro y la percepción de la realidad.
En otras palabras, podemos empezar a ver el vaso medio lleno en lugar del vaso medio vacío. Y ese cambio en nuestra mentalidad transformará la capacidad de nuestro cerebro para producir las sustancias químicas asociadas al bienestar, creando una inercia a partir de un origen que se mantenga. Neurofelicidad, un concepto nuevo para ser feliz
Esta nueva perspectiva acerca de la felicidad nos empodera del proceso de alcanzar un bienestar duradero. Es decir, sabemos que la felicidad está a nuestro alcance simplemente por nuestro esfuerzo, es algo que podemos tener y podemos mantener, transformándola en una realidad tangible.
Hay métodos y ejercicios que nos permiten generar estas hormonas, despertando los circuitos cerebrales que se activan en momentos de bienestar. La clave está en ser capaz de activar estos circuitos de modo voluntario. De esta manera podremos ser nuestros propios fabricantes de felicidad. ¿La Neurofelicidad es la ciencia de la felicidad? Podemos responder a esta pregunta con un contundente "Sí!".
Hay una relación inseparable entre nuestras emociones positivas y nuestro sistema nervioso. Es decir, podemos explicar y teorizar sobre la felicidad hablando sólo de la química de nuestro cerebro.
Además, esta concepción da un nuevo significado a la felicidad. A partir de ella, vemos que la felicidad no depende de cuánto dinero hemos guardado en el banco, o de cuántos éxitos alcanzamos. Depende en la verdad del condicionamiento de un proceso del plano biológico de nuestro cuerpo.
Este proceso es influenciado por el modo a partir del cual percibimos la realidad, y a su vez condiciona también la manera como la vemos. En ese sentido, la felicidad es un camino que podemos elegir.