Una de las mayores razones del sufrimiento humano es la idea de que poseemos ciertas cosas y ciertas personas como si fueran nuestras. Muchos de nosotros creemos que el empleo, el cargo, la mesa de trabajo y sus objetos, el compañero, el amigo son poses, son nuestros por derecho y nadie ha cambiado. Ledo engaño.Lo que tenemos de nuestro, en verdad, es tan sólo lo que tenemos dentro de nosotros, lo que nace con nosotros, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestros sentimientos, tal vez algunos objetos que compramos, nuestra vida tan sólo. Todo lo demás forma parte del mundo, de los momentos, de segmentos de nuestra jornada y, por eso, no tienen obligación de permanecer con nosotros.
Todo y todos que están junto a nosotros permanecerán mientras sea propicio, mientras haya reciprocidad, mientras la convivencia esté sirviendo a intereses, sean ellos de qué naturaleza sean, aunque por amor. Podemos ser despedidos en cualquier momento,
podemos dejar de amar y dejar de ser amados en cualquier momento, podremos tener nuestras pertenencias robadas, nuestro cargo exonerado, nuestra posición cuestionada. Como dicen, nada es, todo está. En verdad,nadie roba a nuestro compañero, nadie quita nuestro empleo, nadie destruye nuestras amistades
, simplemente porque ciertas cosas y ciertas personas no pierde, pues, en realidad, nunca fueron nuestras de hecho. Lo que salía de nuestras vidas sólo estaba con nosotros, pero no era algo aquí dentro, no nos pertenecía, o ni siquiera nos esforzábamos para mantenerlo. Sí, muchas de nuestras pérdidas son consecuencia directa de la manera en que nos comportábamos en relación a ellas. Muchas veces nuestro amor se va porque no había nada bueno aquí con nosotros y algo le interesó en otra morada. Nuestros amigos se alejan porque la vida en sí aleja a las personas que no se esfuerzan por mantener lazos. Perdimos el empleo porque no correspondimos a lo que esperaban de nosotros.Puede ser nuestra culpa, puede ni ser, lo que importa es entender que no tenemos control o poder alguno sobre lo que está fuera de nosotros. O regamos, cuidamos y nos importa, o no mantendremos juntos lo que sea más precioso y quien hace la diferencia en nuestras vidas.
Nadie se queda donde no hay reciprocidad
Cabe, por lo tanto, ser lo mejor que podamos, dar lo que tenemos de bueno, compartir lo que sea más verdadero, donde y con quien estar, sin encontrar que somos dueños de lo que nos rodea . Así, en los momentos en que perdimos lo que parecía correcto, tendremos conciencia de que hicimos lo que tenía que ser hecho. Al final, lo que y quien aún permanece en nuestras vidas será todo lo que necesitamos para que podamos ser verdaderamente felices.