Es fácil que, en un mundo en el que la prioridad es siempre llegar a tiempo, puede ser perturbador que un niño empieza a saltar sobre un charco de agua. Entonces es fácil que, con cualquier comportamiento, se facilite el diagnóstico masivo de niños con hiperactividad. Ya dijimos varias veces:
no hay niño difícil, lo difícil es ser un niño en un mundo de gente cansada, sin paciencia y con prisa.Lo normal es que un niño corra, salte, grite, pruebe y haga todo lo que le rodea un parque de diversiones. Lo normal es que un niño, al menos en edades menores, se comporte exactamente como un niño es, no como el adulto que quieren que sea.Sin embargo, hay adultos que no saben disfrutar de un niño y que, por consiguiente, las educan para que sean algo más parecido a un "móvil" que a un verdadero niño. Obviamente esta
"preocupación en masa" sobre los comportamientos perturbadores y desatentos de los pequeños generan diagnósticos masivos en los servicios de salud mental infanto-juvenil.TDAH y psicoestimulantes: niños hiperactivos medicados con anfetaminasEl aumento del diagnóstico de TDAH a nivel mundial activó las alarmas, principalmente en los sectores relacionados con la infancia y la adolescencia.
La verdadera existencia del
Trastorno por Déficit de Atención y Hiperactividad (TDAH)es muy cuestionable, al menos en la forma en que fue concebido.Así, actualmente se considera que es como si fuera un cajón en el que se amontonan diversos casos, que van desde problemas neurológicos hasta problemas de comportamiento o de falta de recursos y habilidades para lidiar con su entorno.**
Puede ser que el lector especializado tenga gusto de saber que el diagnóstico de TDAH o su equivalente en otras clasificaciones es cuatro veces mayor si se utiliza el DMS-IV que si se utiliza el CIE-10. Esto da una idea de cuán especulativo puede ser el diagnóstico de esa "enfermedad".
No por coincidencia, desde los años 90 la prescripción de psicoestimulantes disparóen países como España (cuyo consumo se multiplicó por 20) y Estados Unidos (el cual, siendo el mayor consumidor mundial, multiplicó en apenas cuatro veces su consumo ).
Debemos saber que cuando hablamos de psicoestimulantes lo hacemos, sobre todo, recurriendo al metilfenidato , la sustancia con estructura química similar a las anfetaminas más utilizada mundialmente para el tratamiento del TDAH.
Para evaluar la buena relación entre los psicoestimulantes y la mejora de la llamada TDAH diagnosticada en niños hiperactivos, se realizaron numerosos estudios de dudosa rigidez, que marcaron la historia a favor de la medicalización (como el MTA). Sucede que la declaración posterior de su coordinador, Peter S. Jensen, no es tan difundida. Es una pena, porque en ella reconoce haber recibido honorarios "bajo los paños" de varias multinacionales farmacéuticas que venden psicoestimulantes en Estados Unidos. Sin embargo, nuestro objetivo aquí no es comenzar a analizar a fondo esa cuestión, sino favorecer distintos argumentos que nos hagan mirar con más desconfianza hacia un hábito preocupante: el uso y el abuso de psicoestimulantes por nuestros hijos.Debemos saber que los psicoestimulantes se emplearon hace mucho tiempo para disminuir el cansancio, aumentar el rendimiento físico e intelectual y mejorar el estado de ánimo. El café, el té, el tabaco, la cocaína ... todos ellos son elementos naturales con un largo historial de uso (y abuso) con el objetivo de estimular nuestro organismo.
Tomando un salto histórico que justificaría la conexión entre la medicación psicoestimulante y la aparición del TDAH,debemos saber que las anfetaminas, a nivel de jurisprudencia, están totalmente prohibidas en algunos países.Sin embargo, hay una forma de anfetamina
- lisdenxanfetamina-
que es liberada para el tratamiento del TDAH de niños y adolescentes. Esto nos lleva a pensar en cómo es posible que los medicamentos psicoestimulantes de ese tipo sean autorizados y prescritos con tanta regularidad. A corto plazo, este tratamiento disminuye los síntomas propios del TDAH en aproximadamente el 70% de los casos.
Sin embargo, los efectos de los psicoestimulantes son idénticos en niños diagnosticados y en niños no diagnosticados, lo que no sugiere un efecto específico.
Este efecto tampoco es duradero, pues se observa una cronificación de ciertos problemas.Es altamente preocupante la evaluación a largo plazo de los efectos de psicoestimulantes en el cerebro infantil.Sólo dentro de algunos años vamos a saber exactamente lo que estamos haciendo con nuestros hijos y lo que realmente es el TDAH.**Se recomienda la lectura del libro: Volviendo a la normalidad.
La encuesta del TDAH y del trastorno bipolar infantil. De: Fernando García De Vinuesa, Héctor González Pardo y Marino Pérez Álvarez