Lavar las manos le alejaba de las consecuencias de la elección y de cualquier interés por la situación.Esta expresión, transmitida a lo largo de los tiempos, forma parte de nuestro lenguaje cotidiano y normalmente se usa con un sesgo negativo: "Yo lavo mis manos" o, con el mismo sentido, "niegue cualquier responsabilidad ante lo que pueda suceder" . Como sabemos, esto se utiliza sobre todo cuando alguien tiene la conciencia de que existe una gran presión al optar por una alternativa ante las innumerables otras que existen detrás de una decisión.
"No soy responsable de la muerte de ese hombre. Por eso es una decisión que incomoda: pues lavarse las manos es un acto de cobardía que deja caer todo el peso de una situación sobre los hombros de los demás.
Sin embargo, tarde o temprano surgirán las consecuencias: es probable que alivie la carga, pero será sólo un alivio momentáneo, ya que la conciencia se pone pesada y el comportamiento, manchado.Es más fácil evitar las responsabilidades que las consecuenciasTodas las decisiones necesitan a alguien que responda por ellas, de otra forma es muy complicado que ellas sean tomadas con responsabilidad y ética. Eso es algo que debemos tener en mente, ya que cuando nos encontramos con alguna situación complicada, puede existir la tentación de dividir el peso de la decisión que no nos agrada.
En estos casos, comunes en el medio familiar y en el trabajo, lo que ocurre es que siempre hay alguien que huye de las decisiones, evita buscar soluciones o enfrentar los malos momentos:eso requiere menos esfuerzo y es más simple. Sin embargo, esa persona se olvida de que, por acción u omisión, está dentro del problema y las consecuencias acaban por llegar.En otras palabras, mostrar desinterés por algo de su responsabilidad no lo hace libre de eso y puede acabar por quitarle el sueño:
la conciencia es un juez valioso que analiza el comportamiento y determina sus propias sentencias.
"Mi conciencia tiene más peso para mí que la opinión del mundo entero."-Cícero-
Un experimento científico Según el diario ABC,estudios revelan que lavarse las manos (literalmente) después de un momento conflictivo, malestary justifica la forma de actuar: el agua parece ayudar con el sentimiento de culpa y con los remordimientos. La Universidad de Michigan realizó una prueba para comprobar esta teoría. Lo que hicieron fue dar un conjunto de CDs a un grupo de personas, pidiendo ordenar diez sobre la base de sus preferencias. Después se les informó de que tenían que elegir entre el CD que habían colocado en la quinta o sexta posición. A continuación, la mitad de los participantes se lavó las manos con jabón y la otra mitad sólo examinó un recipiente de jabón. Cuando terminaron, los grupos tuvieron que reordenar los CDs.Los que habían pasado las manos por agua mantuvieron su orden inicial de los CDs, mientras que los que no lo hicieron colocaron el CD que habían escogido entre los primeros y lo que habían descartado entre los primeros, última.Los investigadores entendieron que aquellas personas que lavaron las manos no sintieron la necesidad de justificar la decisión que habían tomado en relación a los CD, sin embargo, las que no las lavaron reordenaron los CDs, pues sintieron la necesidad de justificar su decisión. Ellas colocaron a aquel que habían escogido en una posición muy superior a la que habían descartado.
Lavarse las manos no es tenerlas limpiasEn el mismo sentido del experimento, es posible encontrar el uso del agua en ambientes religiosos: un símbolo de purificación del alma que ayuda a redimir de los pecados. Entonces es probable que la expresión de Poncio Pilato no se refiera sólo a la acción de huir de las responsabilidades, sino también de disminuir los remordimientos. Sin embargo, en la práctica, lavar las manos no siempre las limpias:
todos nosotros ya cometemos el error de querer apartarnos de algo, incluso por la simple razón de que acababa con nosotros. Lo cierto es que, después, esa decisión nos acompañó como un problema con el que tuvimos que luchar.
"La conciencia es la voz del alma; las pasiones son la voz del cuerpo. "
-Jean-Jacques Rousseau-
En realidad, tener una conciencia pesada es como tener un mal amigo del que no podemos librar. La moral ética nos hace percibir que no actuamos de la mejor forma y no nos deja descansar hasta recuperar nuestra paz interior. La conciencia, cuando pesa, nos enseña a crecer con los errores, a ser más solidarios ya renovar nuestros propios valores.Ilustración principal de Valeri Tsenov