No lidiar con lo que duele es una decisión inteligente, no cobarde

Elegir ser fuerte y lidiar con el dolor es la mejor cosa que podemos hacer, pero a veces esta estrategia no implica revivirla y se contorsionar en ella constantemente. Evitar algo que da trabajo y que lo desafía a alcanzar lo que valora en la vida es huir. Evitar encontrarse constantemente con lo que perturba su estado de ánimo y está impidiéndole vivir con tranquilidad es inteligencia emocional.La libertad y la fuerza también están en el hecho de evitar topar repetidamente con aquello que nos incomoda o nos causa dolor.

Ser fuerte es enfrentar sus miedos y fantasmas, como el miedo al rechazo de mostrarnos de la manera que somos. Y somos tanto lo que nos gusta como lo que no nos gusta. Por eso, no lidiar con lo que duele es una decisión inteligente, no cobarde. No lidiar con el dolor inútil que nos impide evolucionar

Algunos psicólogos humanistas como Carl Rogers ya apuntaban que la tendencia de todo ser humano es la autorrealización.

Otros como Kelly, Royce y Powell hablaban de la capacidad del ser humano de ser un agente activo que construye su realidad con el fin de adaptarse al mundo y de construir su propia individualidad. Este proceso de búsqueda y experimentación es totalmente apasionante si poco a poco vamos encontrando lo que nos hace crecer como personas, y no quedamos estancados en un prototipo más parecido a un robot que con una persona original y dinámica, que cambia con el tiempo y las circunstancias. La depresión y la ansiedad a veces tienen su origen en la inmovilidad.

Una inmovilidad que deriva de la creencia impuesta de que, para ser una persona válida, es necesario ostentar una fuerza inusual ante lo que no soporta. Además, sumada a esta creencia está la idea de que el éxito está en poder superarlo y salir victoriosos.

Muchos trastornos psicológicos aparecen cuando no somos capaces de decir "LLEGA" a tiempo. Una cosa aparentemente fácil en algunos contextos, pero tremendamente difícil para algunas personas que prefieren sentarse en un asiento incómodo y peligroso que hacer el esfuerzo de arreglarlo. En nuestro mundo el estado de felicidad ya no es un estado de ánimo, sino una imposición constante: estar feliz, ser fuerte, y principalmente mostrarse así. Esta necesidad creada se transforma en una cárcel emocional que no deja fluir todo el complejo dinamismo psíquico del cual los seres humanos disponen. Uno de los factores de este dinamismo es el descontento y el dolor que ciertas personas y situaciones nos provocan.

Los seres humanos sienten dolor, siempre sentimos eso, pero poder evitarla cuando eso está en nuestras manos es una sana estrategia emocional.Esto no determina que seamos más o menos fuertes, pero muestra nuestra propia inteligencia para evitar lo que sabemos que siempre nos ha debilitado.

"Sea fuerte hijo, ese niño no conseguirá vencer; afrontarlo ". "Sea fuerte delante de un término, usted necesita conseguir ver su ex con otra". "Sea fuerte y aguante, aunque usted no tenga gusto de ese trabajo, usted tendrá su sueldo". "Relájate con todo tipo de personas, aunque a veces sean malas, la vida es así". "No lleves tan en serio el desprecio de tu familia, la sangre es sangre". ¿Quién no ha escuchado estas frases alguna vez?

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Aunque es verdad que la vida es así, con momentos duros, no necesitamos definir la fuerza y ​​la cobardía en estos términos. La fuerza tiene más que ver con afirmaciones del tipo "Tengo que conseguir hablar en público algún día porque esto es importante para mi trabajo"; "Hoy tengo ganas de quedarme en una buena y no tengo porque estar en el mismo lugar que mi ex cuando aún no superé el término". "No voy a callarme ante el desprecio de mi madre en público" o

"Voy a dejar ese trabajo porque él termina conmigo y no es lo que quiero en la vida".Para la gran mayoría, las últimas afirmaciones pertenecen a un mundo utópico, a personas inmaduras y egoístas. Sin embargo, las primeras perpetúan mucho más situaciones de dolor e injusticia que las segundas.

Crean personas infelices con su trabajo, compañeros y amigos. Crean personas incapaces de alcanzar la autorrealización por no saber diferenciar el dolor inútil del dolor valioso. Entender mal la fuerza crea personas cobardes con respecto a sus propios sentimientos. Desperdicia talentos y pasiones por colocarse en lugares y junto a personas equivocadas. Así que piense que si usted es inteligente, usted no necesitará desarrollar tanta fuerza para enfrentar situaciones complicadas. No se sienta un cobarde, sino alguien que lucha por lo que lo hace más fuerte y no que se empeña en lidiar con lo que lo fragiliza.