En lugar de usar las frases típicas de conquista, caracterizadas por un juego sutil, su propuesta es directa y sin rodeos: prefiere evitar cualquier ritual de coqueteo y exige un "intercambio de fluidos". Así, sin ningún romanticismo. La mujer, que lo mira atónita, piensa que se trata de un bruto. Sin embargo, John Nash es considerado una referencia en su área y, a pesar de su poca edad, ya se destacaba incluso entre sus profesores de la universidad. De cualquier forma, en relación a la esfera emocional, su coeficiente de inteligencia no debería ser muy elevado. La inteligencia emocional es la capacidad que nos permite controlar nuestras emociones y expresarlas de forma asertiva. Aunque la palabra "inteligencia" acostumbrada está asociada a la memoria ya la capacidad cognitiva, la mente es mucho más compleja, y desde el siglo pasado los científicos se dedican a estudiar otras áreas del cerebro. Las emociones comandan desde los orígenes del ser humano: el tronco encefálico, la parte más primitiva del cerebro que controla funciones básicas, dio origen a los centros emocionales, y fue sólo después de millones de años que se originó el neocórtex, que nos proporciona la " capacidad de razonamiento.
Es en este orden que actuamos en los días de hoy: primero sentimos y luego razonamos al respecto;
primero sentimos dolor en el dedo, enseguida nos damos cuenta de que lo prensamos en la puerta. Además, la amígdala cerebral es la parte del cerebro en la que se controlan las emociones. Si la aislamos, perdemos la capacidad de analizar el significado emocional de los acontecimientos y sufrimos perjuicios en la memoria, ya que es ella quien guarda todos los recuerdos ligados a nuestras emociones, tanto las felices como los traumas. Sin la amígdala, también perdemos la capacidad de producir lágrimas. Una verdadera ceguera afectiva.Aquí también reside el motivo por el cual las experiencias de nuestra infancia desempeñan un papel tan importante en nuestra vida adulta. Cuando niños, nuestros recuerdos eran grabados directamente en la amígdala cerebral, sin pasar por un proceso verbal. En aquella fase, los acontecimientos se limitaban a emociones puras, sin que contáramos con palabras suficientes para explicar lo que pasaba y por qué. Cuando los adultos, estos recuerdos emocionales surgen en algunos momentos, sin que muchas veces los controlen, aunque seamos irracionales.
Muchos niños y adolescentes problemáticos en la escuela se clasifican erróneamente como "tontos", cuando en realidad su problema no es cognitivo, sino emocional: tienen dificultades para administrar sus emociones e impulsos. Es que todo nuestro pensamiento está orientado a mantenerse en un confort emocional. Si no nos sentimos bien, por más racionales que puedan parecer las circunstancias para convencernos de lo contrario, no estaremos en condiciones de encontrar el equilibrio.En una sociedad en la que el razonamiento parece sobreponerse cada vez más a las emociones, es importante tener en cuenta que la inteligencia emocional desempeña un papel más primordial incluso que el cerebro racional. Sin embargo, es raro que los sistemas educativos actuales den prioridad a la educación emocional.
No somos educados para observar lo que sentimos y, por eso, no sabemos cómo actuar ante nuestros sentimientos de forma efectiva. De este modo, vemos cómo la inteligencia emocional desempeña un papel mucho más importante que simplemente para atraer a alguien en un bar. A través de ella nos motivamos, controlamos nuestros impulsos, regulamos nuestro estado de ánimo y creamos empatía con los demás.
Ella nos permite no sólo convivir con los que nos rodean, sino sobrevivir. Es ella quien controla gran parte de quienes realmente somos.