Reconocimiento: clave de la autoestima y de la dignidad

Todos necesitamos reconocimiento.Primero de nosotros mismos para validarnos en nuestras capacidades, imagen y valor. Además, el reconocimiento es también el pilar que lanza las bases para la autoestima en los niños, el impulso de que el trabajador necesita en su actividad y la fuerza que va a construir una fuerte relación entre los miembros de la pareja. Por eso, es importante que la persona se sienta amada, valorada, apreciada ...

El concepto de reconocimiento, por más curioso que sea, a veces no es entendido.Algunas personas lo ve como una dimensión negativa.Después de todo, las personas que buscan continuamente el refuerzo positivo de los demás no pueden mantener una independencia emocional adecuada. Ellas son, a los ojos de muchos, personalidades que construyen su autoestima con base en las respuestas ofrecidas por los demás.

"No desprecie a nadie; hasta un átomo hace sombra. " -Pitágoras de Samos-
En vista de ello, debe ser dicho que la clave para el reconocimiento está en el equilibrio. Al final, si hay algo que no podemos descartar es la gran relevancia que el reconocimiento tiene en nuestro tejido relacional, social y emocional. Además, si recordamos la pirámide de las necesidades de Maslow, veremos que el reconocimiento ocupa un lugar destacado. Es en ese punto de la jerarquía que se ubica esa sutil armonía entre el autorreconocimiento o la capacidad de sentirnos competentes con la importancia de que los demás también valoren lo que somos y lo hacemos.Reconocimiento, una forma de dignidad personal y social

El ser humano vive en una dualidad constante. Todos nos gusta sentirnos presentes en un ambiente. Sin embargo, al mismo tiempo, también nos gusta estar ausentes. Así, nos sentimos libres, independientes y, a veces, separados de nuestros escenarios diarios. Sin embargo,

algo que nadie puede tener gusto de ser invisible. Se convierte en aquella figura que nadie ve o aprecia y que no es tenida en cuenta.Quien sabe muy bien de eso son los niños que se quedan en las filas del fondo del aula, en un rincón del patio en el recreo, sin nadie para conversar y disfrutar de una infancia rica y colorida. Así como saben bien los adolescentes que nadie valora, pero todo el mundo castiga. También la persona que no se siente valorada por el cónyuge, viviendo en el lugar más profundo de la soledad y del abandono emocional.

El reconocimiento es una herramienta psíquica que nos valida con nuestros grupos de referencia.Esto, a su vez, nos trae a nosotros dignidad como personas. Después de todo, reconocer a alguien es hacerlo visible.

Es dar presencia, es permitir "ser", "estar" y crecer en libertad. Es apreciar a alguien por lo que es, dando un afecto que impulse el crecimiento personal, pero que no restrinja ni invalide. El reconocimiento genera auto-aceptación para que, de alguna forma, también podamos fortalecer aún más el músculo de nuestra autoestima. Por otro lado, un aspecto que no podemos olvidar la autoestima es que, en esa percepción autoevaluatoria, la manera como creemos que los demás nos ven también está incluida. Una cosa no puede ser separada de la otra.Somos seres sociales y lo que otros nos dicen o piensan sobre nosotros influenciará quiénes somos de una manera u otra.

El reconocimiento es importante, pero no podemos depender exclusivamente de él. Somos conscientes de que pocas cosas pueden ser más dolorosas que el rechazo. Experimentar el abandono o desprecio en nuestro grupo social activa nuestras alarmas de pánico. Al final, la soledad no escogida y el aislamiento causado por vínculos negativos generan sufrimiento. Ahora, como indicamos al principio, es necesario saber conciliar el reconocimiento que nos damos con lo que recibimos de los demás. Vivir nuestras vidas basadas sólo en refuerzos positivos externos genera dependencia e incomodidad. Por lo tanto, es importante recordar un aspecto simple.

La calidad con que nos reconocemos influenciará, a su vez, la forma en que los demás nos valoran. Vamos a dar algunos ejemplos. El empleado que confía en sus habilidades, que se siente capaz y seguro, creará un impacto positivo en su ambiente de trabajo. Su desempeño será bueno y, en promedio, los demás reconocer sus esfuerzos.

Otro ejemplo. La persona que se valora, que se siente realizada, libre y autónoma, construye relaciones afectivas mucho más fuertes. Este carácter maduro y seguro también despierta reconocimiento y admiración, pero nunca dependencia mutua.Ningún refuerzo constante es necesario. Siendo así, nuestra felicidad no dependerá exclusivamente de recibir o no ese reconocimiento positivo en cada momento. Es posible que haya un equilibrio perfecto entre el reconocimiento que damos y que recibimos. Esto se puede hacer con la más absoluta sinceridad y el más auténtico afecto.

Para concluir, no podemos ignorar este concepto en la actualidad.El reconocimiento es la base de toda sociedad por una razón muy simple: favorece la inclusión.Afirma la presencia de aquel que está invisible independientemente de la edad, condición, etnia o personalidad. Saber reconocer también es saber cómo amar sabiamente. Al final, aquellos que practican el reconocimiento sano son capaces de validar al otro por lo que es, y no por lo que quisiera que fuera.

Vamos, pues, a aprender a reconocer unos a otros, dar visibilidad a las personas y necesidades a través del afecto, disponibilidad y humildad.