Las cicatrices nos muestran que el pasado fue real. No es fácil aceptarlas, pero forman parte de nosotros, y como tales, deben ser asumidas. La forma en que encaramos estas cicatrices nos permite ver la vida de una forma agradable, o por el contrario, arrastrar pequeños traumas.
Colocar en una balanza las buenas y malas experiencias nos permite comprender que lo que somos hoy, resultado tanto de los hechos negativos como de los positivos. Nuestra personalidad es determinada por las pérdidas, sufrimientos, errores y también por el afecto que damos y recibimos. Por ejemplo, no hay aprendizaje mayor que el que los niños reciben de los padres; sólo un cariño, un toque, ya estimulan las neuronas del cerebro del bebé, promoviendo su desarrollo y dándole seguridad.
Todo en la vida es aprendizaje; acepte sus experiencias con tranquilidad. Cómo aceptar las cicatrices
No importa nuestra edad. Todos hemos experimentado, en mayor o menor grado, algún sufrimiento psicológico que ha dejado cicatrices profundas. Es interesante entender cuál fue el impacto de eso en nuestra vida. ¿Nos quedamos más cautelosos y miedosos? ¿Nos volvemos más fuertes para enfrentar la vida con coraje y determinación? El sufrimiento nos madura y también nos hace ver dónde erramos y qué debemos cambiar.
Cada persona enfrenta las experiencias de una determinada forma.Lo esencial es asumir su realidad y redirigir la vida. Asumir, aceptar y seguir adelante. Aprendiendo con los buenos recuerdos
Cualquier recuerdo positivo puede servir como "ancla" en nuestro día a día.
Los recuerdos de una época feliz de nuestra vida dejan una impresión agradable, una sensación de tranquilidad, donde podemos volver siempre que necesitamos seguridad y confianza para enfrentar el presente. Son como refugios donde nos refugiamos para encontrar la fuerza necesaria y enfrentarnos a nuestra realidad, a nosotros mismos y para recordar que somos capaces de enfrentar los obstáculos. Dígale a usted mismo; "todo valió la pena". La técnica de la línea de la vida
A veces, los psicólogos aplican un ejercicio simple para evaluar el ciclo de vida de una persona. Este ejercicio muestra de una forma gráfica que, en nuestra vida, tenemos experiencias positivas y negativas que han sido superadas o no. Él destaca los momentos de cambio, las experiencias importantes, nuestra historia personal y los proyectos futuros.
Es muy fácil de realizar. En una hoja de papel o cartulina dibuje una línea muy larga. Marque las fechas que considera más significativas, desde el nacimiento hasta hoy (estudios, trabajos, enfermedades, cambios personales y familiares). Refleja sobre tu pasado y escribe en cada punto como se sentía en aquel momento, qué pensó y cómo ese acontecimiento cambió su vida. Una vez finalizada esta fase, aumente esta línea y piense en el futuro. Ponga sus metas, objetivos y trace sus planes para "llegar allí".
La línea de la vida refleja toda nuestra existencia: todo lo que ya vivimos y lo que deseamos para nuestro futuro.