Era como si la vida se hubiera ido sin despedirse. Y fue en el abandono, en la soledad de un cuarto oscuro, que finalmente me encontré. Pasé a ver el mundo con los ojos del alma, pasé a tomar decisiones de acuerdo con los latidos de mi corazón. Levanté y encendí la luz, y para mi sorpresa, la vida todavía estaba allí.
Abrió la ventana y dejé la brisa renovar el aire que respiraba. El mundo no se había detenido, pero los días pasaban rápido, y yo no tenía más tiempo que perder.
Encender mi reflejo en el espejo por largos y dolorosos minutos, y me pregunté quién era aquella mujer de ojos grandes y cabellos desordenados. Todavía no tengo la respuesta, pero cada día descubro un poco más
, me encuentro un poco más, y me amo un poco más. Descubrí que no puedo ser perfectaTambién descubrí que tengo millones de motivos para agradecer, así que pasé a entender la gratitud.
Aprendí a ser gentil conmigo, a tener paciencia con mis debilidades, aprendí a aceptarme exactamente como soy.
Aprendí a amar mi cuerpo imperfecto, mi piel con marcas, mis ojeras, aprendí que mi belleza jamás podrá ser medida por lo que los ojos pueden ver.
Aprendí a ser luz cuando mi mundo vuelve a quedar oscuro, aprendí a amar, aprendí a perdonar y finamente me liberé de las corrientes del rencor, de las penas, y de los traumas que hace tiempo me persiguen. Abrace mi alma, y ella sonrió. Fue entonces que encontré el mayor de todos los tesoros; por fin encontré la paz que hacía tanto tiempo buscaba.