Si alguna vez ha tenido la oportunidad de contemplar el mar, tal vez haya pensado que es uno de esos lugares que parece pertenecer a todos y, al mismo tiempo, a nadie. El mar es ese eco de la vida que algunas veces se deja acariciar y otras veces escapa de nuestras manos.
Mientras se encuentra tranquilo, todo buen marinero que se prece siente que puede dejarse llevar y entonces se acomoda y contempla su belleza. No hay peligro en este lugar, sólo una tranquilidad plena.
Sin embargo, otras veces las olas golpean con fuerza en las rocas y la tempestad muestra toda su ira al mar. En ese momento el marinero que sobrevive es aquel que deja de lado su comodidad y decide enfrentar esos momentos terribles que amenazan su hogar, pues quien decide saltar dentro del hechizo del agua también debe estar preparado para enfrentar su ira. La zona de confort no nos permite crecerCon la vida en tierra firme ocurre algo parecido, ya que las experiencias y sus enseñanzas llegan sobre todo a aquellas personas que son capaces de salir de su zona de confort:
abandonar la comodidad para enfrentarse desconocido es sin duda un incentivo de vida.
En realidad, generalmente pensamos que no somos responsables por lo que ocurre con nosotros cuando en realidad lo que pasa es que preferimos dejar nuestras vidas en las manos de lo que solemos llamar suerte o destino.
Es justamente al alcanzar esa rutina que pasamos a sentir que no necesitamos cambiar nada y, sin embargo, estamos equivocados. Erramos porque al mantenerse en la zona de confort estamos perdiendo oportunidades de seguir madurando y aprendiendo.
Necesitamos creer en el naufragio para aprender a madurar con él: ver los dientes de ciertos vientos, encarar de frente lo que surge espontáneamente y que nos hace perder el equilibrio, querer ir más allá para tocar con el alma lo que nunca tocamos y tanto anhelamos . La sensación de seguridad La sensación de seguridad al alcanzar un equilibrio puede ser un enemigo emocional bastante grande
, especialmente porque ella también hace surgir el vértigo que pone todo a perder.
De esta manera es evidente que todo lo que directa o indirectamente pretende quitar nuestra estructura causa miedo. Sin embargo, no podemos olvidar que los miedos están ahí para ser dominados, no para dominarnos.Conocer la seguridad significa haber dado un paso importante, pero si se atreve a investigar las leyes del mar agitado es un indicio de valentía:
sólo quien se aventura a la búsqueda sin límites puede alcanzar la pericia en todas las situaciones posibles de su vida. No arriesgarte no te pierdas, pero tú también dejar de vencer
Como comentamos antes, no arriesgarte a tomar decisiones que nos permitan descubrir cosas nuevas puede conducir a la pasividad y al marasmo, simplemente porque de esa manera evitamos el fracaso, sin embargo, también eliminamos la posibilidad del éxito. Los seres humanos tienden al control y al equilibrio en el día a día, pensando que eso es la fuente del bienestar emocional que genera felicidad. De esta manera olvidamos que el crecimiento psicológico también exige riesgo
: cómo usted va a conseguir ese trabajo que tanto desea si no se arriesga a intentarlo? Pensar que no va a conseguir y quedarse parado le dará el control, pero no la satisfacción.
De esa manera nos acostumbra a escuchar aquel dicho que dice que es más vale un ave en la mano que mil volando "y creemos ciegamente en ello, sin darse cuenta que, inconscientemente, consejos como éste nos incitan a permanecer parados ya no luchar por que queremos. Sucede que el marinero que conoce la bravura del mar puede acabar muriendo, pero también sabe que
enfrentar este desafío es la única manera de aprovechar plenamente su vida y de amar lo que queda de sus restos.