Los conflictos comienzan cuando hay una discordancia o oposición en términos de valores, creencias o intereses entre dos o más personas. La divergencia no es el conflicto en sí, sino que es su causa. El conflicto surge cuando ese desacuerdo nos lleva a tomar medidas para eliminar, neutralizar o minimizar al oponente. Al final, ¿cómo podemos convivir con opiniones divergentes?
A veces, el enfrentamiento ocurre en términos verbales. El objetivo es persuadir o imponer al otro sus propios motivos. En otras ocasiones, los conflictos generan acciones directas que pueden ser una violencia directa o velada. En todos los casos, el objetivo es siempre el mismo: que una de las opiniones gane y prevalezca sobre la otra.
Sin embargo, hay circunstancias en las cuales ninguna de las partes puede derrotar a la otra . En estos casos, hay tres caminos para resolver la cuestión. El primero de ellos es "girar la página", ignorando la contradicción y fortaleciendo otros aspectos de la relación. Una variante de eso sería resolver el problema a través de la construcción de nuevos acuerdos que satisfagan a ambas partes.El segundo camino es establecer un límite y mantener distancia: el conflicto pone fin a la relación. El tercer camino es persistir en la discordancia y mantener la relación, a pesar de todo. En este caso, el conflicto acaba arraigándose. "La violencia nunca resuelve los conflictos y no disminuye sus consecuencias dramáticas".
- Juan Pablo II -
Los conflictos enraizados
Hablamos que
los conflictos están arraigados cuando ocurre una situación en la cual ninguna de las partes involucradas logra derrotar a la otra.
Existe, por así decir, un equilibrio de fuerzas. Sin embargo, en vez de acabar con la confrontación, ya que nadie puede ganar, la contradicción se perpetúa. Las personas aprenden a convivir con esa situación, sin resolverla y sin darle un fin. Este tipo de situación ocurre sólo cuando, paralelamente al conflicto, hay también fuertes lazos que unen a las partes. Si ese no fuera el caso, cada uno de los involucrados simplemente se apartaría o tomara decisiones enérgicas para mantener a la otra persona a distancia. En los conflictos arraigados existe todo un contexto de acuerdos, valores, creencias e intereses en común.
Por otro lado, hay también algún aspecto o elemento en que ocurre un enfrentamiento feroz. Este tipo de problemas son muy frecuentes entre parejas, amigos íntimos o parientes.
Por supuesto, donde hay seres humanos, hay conflicto. De hecho, muchos de estos conflictos son insolubles, pero aprendemos a lidiar con ellos. Sabemos que cierta persona no está de acuerdo con nosotros en alguna cuestión, pero en vez de "poner leña en la hoguera", aprendemos a convivir con opiniones divergentes y minimizamos la importancia de esa contradicción. Es una manera adaptativa y sana de lidiar con este tipo de dificultad. Lo que no es sano es nutrir la discordancia y siempre llevarla al límite.
¿Existe una solución para convivir con opiniones divergentes? Siempre hay una solución para todos los conflictos humanos. A veces sólo es necesario un poco de buena voluntad. Sin eso, incluso los menores desentendimientos acaban corroyendo una relación. Lo que sucede con los conflictos arraigados es que las partes involucradas valoran más el "no ceder" que encontrar una salida.La posibilidad de no imponerse es una gran pérdida. Un grupo de investigadores de las universidades de Tel Aviv, Jerusalén y Herzliya descubrió varios aspectos interesantes. Uno de ellos es que cuando alguien está visiblemente involucrado en uno o varios conflictos con otra persona, entiende como amenazas los argumentos que ella utiliza. En otras palabras, dar razón para el otro es actuar contra sí mismo. En base a ello, los investigadores realizaron una prueba: mostraron a un grupo de fanáticos israelíes una serie de vídeos relacionados con sus creencias. El material daba pleno crédito a sus creencias sobre los palestinos: por ejemplo, la desaparición total de los musulmanes, su completa degradación y su lapidación por parte de todos los países del mundo. De esa forma, no contradecían las creencias de los encuestados, pero las llevaron al extremo.
El resultado fue que
los que asistieron estos videos se mostraron más dispuestos a reevaluar sus creencias. En otras palabras, abrieron un espacio para la autocrítica. Lo mejor fue que, algún tiempo después, se descubrió que ese cambio de actitud permaneció a lo largo del tiempo. Los investigadores llamaron "pensamiento paradójico", que consiste en la capacidad de admitir que podemos convivir con opiniones divergentes en paz. ¿Usted cree que esto puede ser aplicado en nuestra vida personal?