Estoy pensando, a veces (muchas veces), que la parte más difícil de la superación de momentos conturbados en nuestras vidas es aquella en la que hay que perdonarse a sí mismo. Es tan fácil narrar los acontecimientos tristes y trágicos de nuestra trayectoria, culpar a las personas que estaban con nosotros por nuestros fracasos y asumir sí una culpa parcial, pero sin nunca eximir al otro de la responsabilidad por nuestra infelicidad e fracaso. "Eran las compañías, fue él, fue ella".
Aquella dolorosa queda, corroe, decidimos que vamos a seguir adelante, recomenzar, pero una vez por otra tropezamos en un sentimiento melancólico que nos remite al pasado ya aquel perdón que aún no ha sido dado de hecho. A veces, después de cierto tiempo, dejamos de sentir tanta dolor y buscamos el perdón de otras personas.
La pena cede entonces lugar para una culpa que no pasa.
Hasta que un día, (afortunadamente, yo creo), descubrimos dolorosamente que lo que falta es perdonar a sí mismo. "Fui yo". El momento de perdonarse a sí mismo Es aquel día que viene lleno de claras, como si hubieras sido agraciado por una luz divina que te mostró aquellos puntos oscuros que aún no había visto. Puntos en sí mismo ... La gente asume la culpa. En algún momento de la vida, o en varios de ellos, has hecho la elección de vivir aquello, estar en esa situación, causar ese sentimiento, cultivar una amistad, una relación. En cualquier caso,
es casi avasalladora la percepción de que elegimos.
Usted no fue una víctima de las circunstancias o de las personas ni tampoco las víctimas. Todos hacemos elecciones que nos llevan a los caminos que recorrimos. A veces (a menudo), hacemos elecciones equivocadas. ¿Qué hay que hacer? Creo que nada, además de aprender de lo que llamamos "experiencia". Es claro que en absoluto estoy hablando aquí de acontecimientos trágicos, de víctimas de violencia y cosas del género. Estoy hablando de relaciones entre personas. Los amores, los amistosos, los laboristas, etc. Creo que en algún momento veamos las cosas como deseamos que ellas sean y ponemos una venta, a veces bien firme, otras un poco translúcida, pero una que nos permita seguir adelante sin considerar mucho los pros y los contras.
No hay víctimas o culpables. Hay personas que hacen elecciones, ciertas o erradas
, que dibujan toda una trayectoria de vida coleccionando dolores, recuerdos, amores, conmemoraciones, decepciones ... Creo que cuando nos damos cuenta de que todo está relacionado con las elecciones que hacemos, creamos, comprendemos que lo que nos falta es de hecho perdonar ... al otro. A nosotros mismos. El otro nos hizo lo que permitimos. Nosotros hicimos al otro lo que deseamos para suplir una necesidad. Y él también permitió. No hay culpables. No hay víctimas. Sólo personas, viviendo, buscando de forma egoísta y realista, lo que sea bueno para ellas.
Llega la hora difícil de perdonarse Perdón por haber ordenado las maletas y el partido. Perdón por haber llegado con la intención de quedarse y más tarde se dio cuenta de que no era así. Perdón por confiar ciegamente en alguien imperfecto. Perdón por decir cosas que en realidad no sentía, pero quería. Perdón por sentir necesidad de recomenzar, incluso cuando quien va con usted está bien donde está.Perdón por culpar tanto, cuando todo eso forma parte de lo que llamamos vivir ... sólo vivir.
Porque no existe la de victimismo. Hay gente haciendo elecciones todo el tiempo. Acción y reacción. Ley de la física. Ley de la vida. También conocido como ... vivir.