Cuando no sabe dónde ir, siga el perfume de sus sueños

Un sueño sólo se alcanza cuando una persona se siente libre para transformar su realidad. Sin embargo, a veces tenemos la clara sensación de que la propia sociedad orquesta mil y un truco para cortar nuestras alas, para someternos a los moldes donde poco a poco quedamos sujetos a una rutina carente de brillo, de libertad. En cualquier librería encontramos innumerables manuales para enseñarnos a alcanzar nuestro sueño y nuestros objetivos. Hablan de la determinación, la autoconfianza y la motivación. Sin embargo,

no siempre describen la sutil relevancia de todos estos bloqueadores de sueños que tanto existen a nuestro alrededor. Apuntamos un momento atrás la propia sociedad, todos esos organismos con sus políticas y reglamentos que nos controlan. Sin embargo, también deberíamos hablar de las familias e incluso de los profesores. María Montessori decía que la primera tarea de la educación es "agitar la vida", pero dejándola libre para que se desarrolle por sí misma. En los días de hoy, dentro de muchas familias y en muchos centros de educación, en lugar de agitar, favorecer y encender esa chispa para que los niños despierten la vida en felicidad, se limitan a encajarlos en una serie de parámetros para ser homogeneizados.Cuando damos al mundo personas que sólo piensan en ser igual, a tener lo que el vecino tiene, oa conseguir lo que el u otro alcanza, la libertad no es verdadera. Este no es un terreno ideal para germinar los sueños. No podemos olvidar que los grandes sueños surgidos de las mentes más afinadas son los que pueden cambiar el mundo, los que nos ayudan a aspirar un horizonte más digno, más lleno de maravillas y posibilidades.

Los sueños nos hacen evolucionar como personas A veces tenemos la clara sensación de que nuestras situaciones personales y laborales son como campos minados.

Vivimos en un presente muy poco facilitador: la burocracia, el corporativismo, la falta de inversión en el capital humano y la rigidez de nuestras estructuras sociales son verdaderos alambrados para nuestros sueños. Visados ​​todos esos enemigos, a veces tomamos conciencia de que para alcanzar una meta es preciso renunciar a algo. Son muchas personas que, por ejemplo, tuvieron que cortar los lazos con la familia para estudiar algún curso o para ser feliz al lado de una persona que no era aceptada por los padres. También es común que muchos emprendedores tengan que arriesgar todo para apostar en un proyecto, por un sueño en el que nadie cree, pero donde él invierte esfuerzos, dinero, tiempo y sufrimientos.

Todos estos ejemplos son, sin duda, verdaderos actos de fe, actos de valentía que nos revelan algo que no debemos olvidar. John Maxwell, escritor estadounidense y un gran experto en liderazgo y comunicación, nos explica que en los días de hoy el talento no es suficiente para poder alcanzar nuestros sueños.

Debemos "batallar" en muchos más ámbitos. Sin embargo, en toda esa lucha cotidiana, lo que logramos a su vez es evolucionar como personas. La evolución y la ruptura de todos estos moldes es algo para lo cual el ser humano está programado:

sobrevivir en medio de la adversidad lo capacita cada día para alcanzar temprano o temprano sus metas. El perfume de un sueño, su compañero de cada díaEn medio de las complejas circunstancias actuales en las que muchos están inmersos, ocurre un hecho verdaderamente paradójico.

Gran parte de nuestros sueños están en los primeros escalones de la pirámide de necesidades de Abraham Maslow. El deseo, la seguridad y la protección son metas que nos hacen resistir: un buen trabajo, una casa, un colchón económico ... De la misma forma, las necesidades de estima o reconocimiento son también un asunto pendiente en el que debemos invertir cada día : la confianza, la autoestima, la independencia, la libertad ...

Parece como si, de alguna manera, fuera muy difícil poder alcanzar esa autorrealización, ese potencial donde la persona es capaz de alcanzar la realidad que siempre soñó. Tal y como decía Wayne Dyer, cuando usted baila, su objetivo no es ir a un cierto lugar del pasillo. Es aprovechar cada paso del camino. Por eso, lejos de frustrarnos por no haber alcanzado nuestros objetivos o tener lagunas en la confianza que depositamos en nosotros mismos, tenemos que ser conscientes de que esa es una danza que nunca para.

Si lo hace, la música termina y usted pierde el ritmo, la magia, la motivación.

Si hay algo que el ser humano siempre ha hecho desde que miró al cielo y descubrió las estrellas, es soñar. No importa cuán oscura la noche esté, cuán densa sea la selva de nuestros mundos cotidianos, los sueños nos alientan cada día y nos empujan a luchar, a no rendirse. Porque ningún soñador es pequeño ni ningún sueño es demasiado grande.