Desde los tiempos antiguos, el hombre siempre se sintió atraído por lo que está además del alcance de su mano. Parece que lo prohibido se reviste de un aura de atracción irresistible nosotros. En el fondo, es una manifestación, casi natural que las personas tienen por matar la curiosidad y conquistar la libertad. A partir del momento en que nacemos, nos van imponiendo límites morales, éticos y sociales. Desde los niños nos enseñan lo que podemos y lo que no podemos hacer.
Son los padres que primero marcan ese camino y van delimitando las líneas rojas que no podemos sobrepasar. Después la sociedad continúa añadiendo límites en esa lista de prohibiciones. Nuestra propia condición como seres humanos es que nos lleva a experimentar lo que nos es negado, porque necesitamos conocer lo desconocido y evaluar sus consecuencias.Transgredimos las reglas para sentir en "primera persona" estas consecuencias.
Es la única manera que tenemos de repetir o renunciar por voluntad propia a actividades prohibidas, si son o no realmente perjudiciales para nosotros. Según lo observado por Oscar Wilde, "la única manera de superar una tentación es dejarse influenciar por ella". El desafío de alcanzar lo prohibidoCuando algo o alguien pasa delante de nuestros ojos con el cartel de prohibido, inmediatamente parece que nuestro lado más aventurero se activa para alcanzar ese desafío.
El prohibido nos seduce y nos atrae. Si miramos a nuestra vida diaria, podemos encontrar muchos ejemplos que confirman esta máxima.
Basta que el médico nos haya prohibido consumir un alimento para que sea lo más deseable; un libro despierta nuestro interés si fue censurado por algún motivo; una persona nos atrae pero tiene un socio o se presenta como un amor imposible. Está claro que cuando algo está prohibido, nuestra mente decide prestar más atención de lo habitual.
Un estudio realizado por la Universidad de Columbia en el Reino Unido revela que el deseo por algo prohibido disminuye cuando renunciamos a él en un grupo, o sea, tenemos más facilidad en respetar los límites cuando lo hacemos en grupo que individualmente. Estas conclusiones podrían mejorar las terapias en grupo para ayudar a las personas a superar ciertos hábitos y vicios.