El lastre de la autosuficiencia

El autoservicio comprende todas aquellas acciones que realizamos para entorpecer o anular nuestros objetivos. Estos objetivos frustrados son justamente los que nos permitirán alcanzar conquistas importantes en nuestras vidas y alcanzar el éxito. Las formas más comunes de autoservicio involucra conductas como la indecisión, la postergación, los vicios de cualquier tipo, dormir poco o comer en exceso. Por otra parte, las personas también sabotean a sí mismas cuando niegan sus sentimientos, se comparan a los demás para sentirse inferiores, o establecen relaciones que los inclinan emocionalmente. En muchos casos, este comportamiento nace por ignorar lo que queremos y lo que necesitamos. "Si usted cree que puede o no puede hacer algo, siempre tiene razón."

-Henry Ford-

Hay personas que se someten a dietas exigentes para perder peso y gozar de buena salud, e incluso agregan una salud serie de ejercicios físicos a la rutina. Sin embargo, al final del día se autosean consumiendo comida porquería y muchas veces en exceso, con cualquier tipo de excusa. El resultado final es que estropean todo el esfuerzo realizado durante la jornada. En otros casos, nos preparamos conscientemente para optar por una promoción profesional, porque consideramos seriamente la posibilidad de mejorar nuestra propia calidad de vida o porque tenemos inquietudes para enfrentar desafíos mayores. Sin embargo, a la hora de realizar el deseo por el cual tanto hemos trabajado, aparece el autosuficiente.
Un estado de indecisión y de angustia nos asalta y nos hace desistir de la idea inicial

y seguir como antes: la duda de estar preparados o no, de ser capaces o no, acaba dejándonos en el mismo lugar donde estábamos al principio.

Origen del autómata Cuando nos proponemos alcanzar una meta y sabotear nuestro propio progreso, nuestra autoestima se ve seriamente comprometida. En el fondo

lo que se impone es un miedo que tiene un origen inconsciente. Es ciertamente el resultado de una experiencia negativa adquirida durante la infancia, que aún no hemos podido aclarar y, mucho menos, resolver. Muchos de estos patrones de conducta surgen durante la infancia.

Probablemente están asociados al tipo de relación que establecemos con nuestro progenitor del sexo opuesto. Es decir, de la niña con su padre, o del niño con su madre. Nos transformamos en el centro de atención de nuestro progenitor del sexo opuesto, mientras que nuestro otro progenitor era desplazado. De esta fantasía, asumida como real, surgen dos consecuencias reales. La primera es que no podemos ser el socio de nuestro progenitor, a pesar de que existe un fuerte deseo inconsciente para ello. Y la segunda es que se crea un estado de culpa insostenible, porque desplazamos del plano afectivo a nuestro progenitor del mismo sexo. Sea de un lado o del otro, si participamos en esta dinámica desde pequeños

cargamos un peso que no existe, pero que tendrá efectos en la realidad actuando como un poderoso lastre. ¿Cómo evitar el autoservicio? La primera cosa es entender que nos estamos saboteando.

Esto no es tan fácil como parece, porque recordemos que se trata de un comportamiento inconsciente. El fracaso inicialmente genera culpa y frustración. Tendemos a ser implacables con las evaluaciones que hacemos de nosotros mismos y de nuestros resultados. Por eso sería bueno ser flexibles y procurar identificar con mayor precisión lo que nos induce al fracaso. Falta identificar el problema con claridad. Nos convencamos de que realmente somos buenos en algo y merecedores de ese algo mejoraría significativamente nuestras vidas. Aunque tengamos miedo de fracasar, parece que todos nuestros esfuerzos se mueven hacia producir exactamente lo que no queremos.

Cabe añadir, aunque parezca paradójico, que las personas triunfan sólo después de fracasar. Entonces, la conquista inicial genera sentimientos de satisfacción y placer momentáneos. Sin embargo, pronto se transforman en estados de angustia y, en algunos caos, llegan a ser somatizados. Esta situación desaparece cuando logran destruir las conquistas que lograron con tanto esfuerzo.

Puntos clave para no sabotear

Es importante reconocer lo que queremos en nuestras vidas, por lo que es bueno establecer objetivos específicos. No hay nada malo en permitir soñar con grandiosidad y superar nuestros propios miedos, sabiendo que nada nos proteger de las decepciones. Cada desafío constituye una nueva experiencia y un riesgo calculado que hay que correr para ganar confianza para alcanzar nuestros propósitos.

Es fundamental rumiar menos ideas y actuar más. Por eso la importancia de un diálogo interior y reflexivo que aleje de nosotros los pensamientos catastróficos. La idea es liberarnos de todos esos lostros que nos detienen en el propósito de lograr alcanzar nuestras metas, de hacer realidad todos nuestros sueños.

Finalmente, hagamos ejercicios de sinceridad con nosotros mismos. Somos muy hábiles a la hora de engañarnos y culpar a otras personas, o encontrar excusas cuando no logramos alcanzar lo que nos propusimos a hacer. Por eso es bueno tomar las riendas, dirigir nuestras vidas y asumir la responsabilidad que cada una de nuestras decisiones implica.