Una niña mira a través de la ventana del coche lo que sucede a su alrededor. Ella está en el asiento trasero, relajada y llena de un espíritu curioso. Con un temperamento dulce y ambicioso por llenar su vida de sensaciones, mientras oye como sus padres hablan.
Están angustiados por los gastos, recordando de rencores pasados y verbalizando en voz alta constantemente como la vida es dura y como demoran para conseguir las cosas. No es la primera vez que esto sucede. Después de varios otros trayectos de la misma manera, los pensamientos de la niña parecen quedar opacos. Al bajar del coche para ir a la escuela, su madre le pide que tenga cuidado. No especifica con qué.
La mochila de esta niña es cada vez más pesada. Ni la buena situación económica, ni los colegas legales, ni el hecho de haber vivido una infancia sin traumas, evitar que constantemente sienta que algo no está bien. Cualquier catástrofe inminente puede suceder.
Su familia le dice que tenga cuidado, que muchas cosas malas suceden, y que si le avisan de eso es porque se preocupan por ella y no quieren que nada malo le suceda. No especifican qué tipo de experiencias son esas con las que necesita tener cuidado y se puede hacer algo para prevenirlas o para defenderse de ellas si suceden. Todo se recibe de forma pasiva, sin ninguna instrucción especial.
Su curiosidad queda atrapada en su imaginación. Pasa a tener mucho miedo de empezar cualquier idea que pase en su cabeza. Su red de alerta se ha ampliado hacia todo lo que siente y vive. Nada de eso estaba en su cerebro, pero las quejas y las advertencias lo están modificando. Ella está desarrollando el trastorno de la ansiedad generalizada, pero pasará por cientos de diagnósticos errados hasta descubrir esto.
Un miedo que no desaparece, una preocupación que viene de la nada y se encarga de todo. El trastorno de la ansiedad generalizada no es un episodio de estrés, una preocupación temporal sobre algo en especial o un estado de irritabilidad por más tiempo que lo normal . Este trastorno es el resultado de una gran cantidad de experiencias de vida que modificaron el sistema cognitivo, emocional y fisiológico del individuo hasta conseguir somatizar como una forma de reaccionar ante el miedo de una manera casi instintiva.
Como muchos otros trastornos psicológicos, no tiene un origen orgánico, pero éste aún en menor proporción tiene que ver con un origen biológico o genético.
Suele presentarse con mayor frecuencia en hijos que nacieron cuando las madres ya eran más viejas , pero no se sabe exactamente qué significan estos resultados. Sólo existen correlaciones y no conclusiones causales a este respecto, pero sería un aspecto interesante a estudiar con más profundidad en el futuro. La ansiedad generalizada en el adulto se caracteriza por una sensación de preocupación constante basada en la anticipación de acontecimientos futuros.El adulto con ansiedad generalizada fue un niño que aprendió que estar preocupado era una forma de conectarse con la vida, no simplemente un signo circunstancial de alerta en el que se propone qué hacer con respecto a un asunto en particular.
La preocupación es una forma de fuga de la realidad, una excusa ante el miedo y la incertidumbre. Un espíritu de lucha y creatividad anulado por la escucha de quejas, preocupaciones, lamentos del pasado y advertencias no específicas de peligro constantes. El miedo y la evasión: una forma de dar razón a la queja
Los momentos más críticos para que la ansiedad se vuelva crónica tienen espacio en los primeros años de la juventud, sin embargo, esta ansiedad puede tener su origen en la propia infancia.Esta niña que estaba llena de curiosidad mirando a través de la ventana nunca logró bajar del coche y realizar lo que ella soñaba. Se ha inhabilitado por consejos que tal vez no valieran nada para ella, con advertencias de seguridad sin que existiera un peligro, y así los constantes comentarios sobre su comportamiento arriesgado y poco adecuado anularon su espíritu emprendedor.
Ante el juicio y cuestionamiento de lo que ella hace, su autoestima se ve comprometida
y ella prefiere evitar, dejar sin terminar actividades y procurar justificar de otra forma, como sobrevalorar la dificultad de la tarea, su falta de determinación. La niña curiosa se detuvo al principio de un puente. Parece que la gente la atravesa con facilidad y va comprando billetes para la vida adulta, como si tuvieran existencias limitadas. La niña antes del puente está paralizada porque no para oír quejas y advertencias. Ahora, ser adulta vino muy rápido para ella y de forma muy pesada. Hacer y pensar: una forma de salir del ciclo de la ansiedad
Hay pocas acciones tan contraproductivas como decir a alguien que padece de ansiedad que deje de sentirla , como si fuera un garabato a lápiz que puede ser borrado con dos pasadas goma. La persona que padece de ansiedad necesita tiempo para deconstruir un sistema de alerta anómalo, que está súper activado con relación a cualquier asunto o tarea. Además, suele preocuparse con experiencias en las que "falló" en el pasado y muchas veces se culpa por cualquier placer vivido, desde la compra de una ropa hasta una salida con amigos. Parece que el placer no forma parte de su manera de vivir la vida, pues después de la paz, cualquier "cosa mala" puede suceder.
El más adecuado para una persona que sufre de este trastorno es comenzar a convivir con sus experiencias internas de ansiedad sin que ello implique renunciar al hecho de VIVIR. Esto parece complicado, pero en realidad el único remedio válido para la ansiedad es justamente lo contrario a la evasión: el enfrentamiento y la ejecución de un plan previamente establecido es la forma más eficaz de atravesar ese puente hacia la independencia.
Considerando que a menudo este trastorno se confunde con otros como la depresión, fobias o conductas obsesivas, su diagnóstico puede ser tardío.
Comenzar el tratamiento con algo más allá de estabilizar el paciente es complejo. Hay remedios como la venlafaxina que ayudan y crean menos dependencia que cualquier benzodiazepina.Un tratamiento multidisciplinario, integrado y que recupera el compromiso de la persona afectada es fundamental para que ésta pare de contemplar la vida a través de sus pensamientos y sumergirse en ella. Si no es así, de la distancia los monstruos siempre proyectan sombras grandes y paralizantes, tan confusas y amenazadoras como las de la niña que miraba por la ventana del coche aquella mañana.