Es tan fácil decir "no ver mucho a la televisión", sin tener en cuenta que es el entretenimiento más barato y accesible que cualquier casa posee. Al final, los niños se quedan quietas cuando conectamos el aparato. Y tú, después de una jornada de trabajo que te deja exhausto, ¿cómo tendrá energía para algo más que no sea plantarse delante de la televisión y distraerse un poco? Todo esto es evidente e innegable. No está bien satanizar una forma de diversión tan arraigada en la cultura, pero no es malo la idea de revisar lo que la ciencia y los expertos dicen al respecto.
¿De qué se trata todas esas alertas que escuchamos diariamente sobre los riesgos de ver mucha televisión?¿Son clichés de la moda o, realmente, presentan fundamento?Su cerebro y la televisión
Después de estudiar la actividad cerebral mientras se ve la televisión, los científicos pudieron detectar que, en apenas un minuto, pasa de "olas beta" a "ondas alfa". Las ondas azules se producen cuando el cerebro tiene sus funciones activas, mientras que las ondas alfas corresponden a un estado de somnolencia parecido a la hipnosis, en el cual las operaciones lógicas, la comprensión, la creatividad y la asociación quedan detenidas.
Se trata de un estado parecido a lo que se produciría si una persona se veía obligada a mirar fijamente a una pared mientras se hace una cola. Esto quiere decir que, en el momento de ver la televisión, nuestro cerebro sólo está conectado (funcionando).En ese estado, la conciencia es mucho más manipulable.
Esto es genial para los anunciantes, que ven en la televisión su principal escaparate de ventas. Bajo un estado de casi hipnosis, las personas son mucho más influenciables: la capacidad crítica se encuentra dormida. Por eso, acabamos queriendo comprar más, aunque no sea necesario.A largo plazo,
la principal consecuencia de esto es que la capacidad de atención se deteriora.El cerebro se acostumbra con esa especie de letargo y, por eso, resulta difícil enfocar intensamente en algo.Otros efectos sobre la salud
Esto no es todo.Varios estudios indican que ver la televisión aumenta los estados de estrés y de irritación, lo que aumenta de manera alarmante la producción de colesterol en el organismo.Esto se debe a la cantidad de fotos que llegan al cerebro en poco tiempo. En un televisor antiguo, se transmiten cuatro fotogramas por segundo, mientras que, en las televisiones LED, se envían 100 en ese mismo lapso.
Esto significa que el cerebro está literalmente siendo bombardeado por una multitud de estímulos.
El estrés derivado de esta actividad puede pasar inadvertido a la conciencia, pero no al resto del organismo. Si a esto se suman contenidos violentos o altamente estresantes, el cuerpo responde produciendo cantidades importantes de adrenalina.De esta manera,un momento viendo la televisión puede ser perfectamente equivalente a una pelea fuerte.
Se estima que, especialmente en los niños, puede haber un aumento de la producción de colesterol que llega hasta el 300% después de ver un programa altamente violento.Adicionalmente, esta velocidad en la recepción de estímulos puede estar en la base de la impaciencia que es tan frecuente hoy en día.El cuerpo, de una u otra forma, se acaba sincronizando con esa rapidez, que no da espacio para las pausas y, por eso, estamos cada vez más marcados por la idea de "yo ahora quiero".
Esto tampoco quiere decir que no podemos ver la televisión nunca más.El secreto está en ser precavido y moderado ante lo que puede ser una pequeña caja de Pandora.