El momento perfecto para salir de nuestra zona de confort surge cuando menos lo esperamos. Cuando esto sucede, sólo necesitamos dos cosas: el coraje y la convicción de que merecemos algo mejor. Es un voto de fe, un paso que debe darse con la mente firme y el corazón convencido, un cambio que nos acercará finalmente a la persona que realmente queremos ser.
Una cosa que todos sabemos es que la expresión "salir de la zona de confort" creó raíces en nuestro lenguaje. Ella vive en casi todos los escenarios, mediáticos y cotidianos, y la fiebre que surgió en torno al concepto "crecimiento personal" es tan grande que es necesario aclarar ciertas ideas ... En primer lugar, podríamos decir que actualmente nos imponen casi que continuamente que cambiamos, porque el cambio en sí mismo es positivo y enriquecedora, que nos ayuda a reciclar perspectivas, a integrar nuevas energías, recursos ya ser más receptivos a todas estas oportunidades que tenemos en nuestros horizontes y que, a veces, por indecisión, el miedo o la timidez, no nos atrevemos a alcanzar.
La publicidad, por ejemplo, nos invita permanentemente a comprar nuevos productos. Ella nos incita a dejar la empresa o la marca de siempre por una nueva, por una mejor. Otra vez, cuando comentamos con alguien el "no sé qué hacer, mi novio quiere que vivimos juntos", nunca faltará a alguien que dirá la frase clásica: "va, si juega, es hora de salir de la zona de confort".
Algo que debemos tener muy claro sobre ese término es que él no debe ser interpretado livianamente.
La teoría original de la zona de confort tenía principios básicos y esenciales que tal vez nos olvidamos. Cada uno de nosotros debe tener un grado adecuado de autoconocimiento para saber cuándo y cómo dar ese paso adelante, porque lo último que deseamos es que nos lleve a una caída libre. Por lo tanto, se debe saber el momento perfecto, el instante ideal ... La zona de confort, un espacio donde la temperatura es perfecta
Se venden la clásica idea de que las cosas mágicas crecen fuera de la zona de confort.
Pues bien, esta frase tiene puntos importantes: la magia está dentro de cada uno, y ese bienestar surge estando donde nos identificamos, nos sentimos felices, satisfechos. Por lo tanto, a veces, habrá que escalar los muros de este entorno cotidiano y cómodo que nos envuelve para encontrar algo nuevo, algo que se ajuste a lo que realmente necesitamos. Otras veces, por otro lado, esa zona confortable nos trae justamente lo que necesitamos
, ni más, ni menos, y es así que algunas personas construyen su felicidad. Por eso, y para entender un poco más este término, será de gran ayuda buscar su origen, saber de dónde viene este concepto.Fue en los años 80, cuando un grupo de científicos que investigaba el abanico de temperaturas en que el ser humano puede trabajar en condiciones ideales sin sentir ni frío ni calor, que quedó establecido que existe un área de confort térmico situada entre los 20 y los 24 grados.
Más tarde, en 1991, se publicó un libro de gestión empresarial titulado "
Danger in the comfort zone" donde su autora, Judith M. Bardwick, usaba este término científico en el área del crecimiento personal, definiéndolo como el estado donde las personas viven con un nivel "0" de ansiedad.Ahora, ¿qué ocurre cuando se vive sin ansiedad? La persona no innova, no crea, no tiene estímulos.
Es una vida donde el nivel de control es tan grande que ya no se genera nada nuevo, nada original. En 2009 el psicólogo Robert Yerkes definió un poco más el concepto, hablando sobre la "zona de rendimiento ideal", que es un área donde gracias a una pequeña cantidad de estrés y ansiedad, mejoramos nuestro rendimiento. Este pequeño grado de excitación es lo que nos empuja a buscar nuevas opciones, tener pensamientos innovadores y creativos para sentirnos realmente satisfechos, pero teniendo siempre una "cierta" sensación de control. Por eso es necesario recordar un detalle importante:
estos saltos, sin paracaídas y con los ojos cerrados, no siempre son positivos
, pues a veces al salir muy rápidamente de esta zona de confort, vamos directamente a la zona de peligro, donde perdimos las riendas del control y superamos la del rendimiento ideal, donde todos deberíamos comenzar. Sólo yo decido como salir de mi zona de confort. La frase "sale y arriesga, deje su zona de confort" es casi un grito neoliberal que nos empuja a dejar nuestros escenarios conocidos para convencernos de que así encontraremos el éxito. Sin embargo, muchas veces nos vemos obligados a eso no sólo para alcanzar el éxito, sino para sobrevivir.El joven que deja su hogar para trabajar en el exterior, por ejemplo, no siempre lo hace por voluntad de "experimentar". A veces es un exilio obligatorio en la búsqueda de mejores oportunidades de vida.
La persona que abandona a su cónyuge después de 10 o 20 años de convivencia no lo hace por el éxito, sino para ser feliz de nuevo, para reencontrarse consigo mismo y con su dignidad. Por lo tanto, debemos tener en cuenta que además de las voces de estos gurús que nos dicen que nos acomodamos demasiado en nuestras áreas de confort, debemos recordar que los cambios nunca se hacen de forma livian.
Se suceden porque existen necesidades concretas, claras y objetivas: insatisfacción, infelicidad, vacío existencial, apatía, malestar ... Por eso, y para terminar, basta con considerar que "cambiar por cambiar" no es una moda
, nadie tiene que venir de afuera para decirnos que tenemos que dar este salto, hacer ese cambio. Sólo nosotros mismos podemos abrir los candados de las jaulas de la zona de confort para buscar lo que necesitamos, sólo nosotros elegiremos cuándo y en qué momento: y éste será cuando nos sintamos más fuertes y seamos capaces de romper las ataduras del miedo.