Para hacer frente a las crisis personales, podemos optar por no hacer nada y ser como una hoja que se deja llevar por la corriente. O, por otro lado, ser aquella piedra que, después de haber tocado el fondo, aprovecha la fuerza del río para volver a la superficie, reluciente y bonita. Queda claro quenadie sale ileso de esos viajes, pero nos convertiremos en héroes de nuestras propias historias.
Cuando hablamos de crisis personales hay algo que casi siempre está presente: una pérdida. A veces pasamos por encruciadas en las que estamos obligados a asumir que existe un aspecto de nuestra vida que debe quedar atrás, y que ya no somos los mismos de ayer. Otras veces, perdemos algo o alguien o ocurren imprevistos que nos obligan a asumir cambios, iniciar luchas e invertir recursos personales para no perder todo, para no dejarnos llevar por esos golpes injustos del destino.
"Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay merecimientos. -Albert Einstein-
Todo esto nos anima a concluir con un hecho casi evidente. Ante la adversidad, tenemos dos opciones, quedarnos quietos o avanzar, ser víctimas eternas de nuestras propias circunstancias o alzarnos como merecedor de nuevas oportunidades. Es decir, sin embargo, que no es fácil: nadie nunca nos enseñó cómo ser héroes, ni qué tipo de estrategias debemos aplicar para superar esos obstáculos que muchas veces nos ponen en una posición de impotencia ...Crisis personales: la pérdida de nuestro precioso equilibrio
Perder el empleo, afrontar una separación, ver ante el espejo que ya no somos tan jóvenes como antes, descubrir que las personas de quienes nos gusta no retribuir de la misma manera ... Todo esto son acontecimientos casi normales en nuestros ciclos vitales. Pero, por más comunes que sean, nunca nos acostumbrar a esas circunstancias. La razón para ello se debe a un hecho muy concreto: la felicidad es equilibrio, una sensación de seguridad y de que todo está bajo nuestro control. Por lo tanto, cualquier alteración, por pequeña que sea, es interpretada como una amenaza, un evento imprevisto ante el cual no sabemos muy bien cómo responder.
Reconocer nuestra falta de protección es, en realidad, un buen punto de partida. Experimentar el desconcierto tras la incursión de la decepción, la pérdida o el engaño, nos obliga de forma inevitable a quedarnos quietos para reflexionar. De hecho, la propia palabra "crisis" viene del griego "Krisis", y significa "yo decido", "yo juzgo" o "yo separo". Es una invitación directa a tomar conciencia y sumar una clara responsabilidad personal sobre nuestras circunstancias para decidir qué hacer. Por otro lado, los psicólogos Richard Tedeschi y Larry Calhoun explican en su libro "El manual del crecimiento post-traumático que cuando damos un paso para enfrentar nuestras crisis personales, empezamos a hablar un nuevo, tipo de lenguaje.
Casi sin saber cómo, descubrimos que tenemos nuevos talentos, que somos más fuertes de lo que pensábamos inicialmente, y que en esa lucha por la supervivencia nos estamos convirtiendo en héroes anónimos. Lo que al principio parecía una dificultad casi intolerable o incluso imposible de asumir, se convierte en un aprendizaje de vida.
Todos pasamos por ellas, pero todos tenemos recursos para lidiar con las crisis personales. Existen muchos tipos de crisis: las crisis de desarrollo asociadas a las diferentes etapas de nuestra vida, las crisis situacionales como pueden ser las vinculadas a accidentes y desastres naturales, las crisis existenciales relacionadas con nuestros propósitos o valores ... Todas ellas tienen dos puntos en común: afectan nuestro humor y nuestro comportamiento.
Se estima que casi el 80% de los seres humanos sufren en algún momento una o varias crisis personales. Seremos, pues, en mayor o menor número, víctimas del destino, de las circunstancias o de hechos que incluso nosotros mismos provocamos. Sin embargo, todos poseemos recursos para lidiar con las crisis personales, para pasar de ese estado de fragilidad e inestabilidad emocional hacia ese otro punto, donde vislumbra nuevas alternativas con las que recuperaremos las riendas, el equilibrio, y alcanzaremos un nuevo ciclo de maduración.Gilbert Ross, filósofo especializado en crecimiento personal, nos indica quetoda adversidad es, en cierto modo, una forma de selección natural. Sólo aquellos que asumen el desafío son capaces de cambiar la piel, fortalecer su autoestima, superar los miedos y asumir una actitud flexible para lograr avanzar.Las crisis, queriendo o no, son cada vez más comunes en nuestra sociedad. Vivimos épocas de cambios y de incertidumbres constantes;
lo que hoy es seguro, mañana puede no ser , lo que ahora nos define puede ser perdido mañana mismo ... Estar preparados para los cambios es un recurso psicológico inestimable, un motor de fuerza que nos permitirá sobrevivir sabiendo que detrás de toda crisis existe una oportunidad.