Todos tenemos recuerdos que despeinan el alma

Hay recuerdos que, de repente, nos despilfarran el alma y nos invitan a una sonrisa cómplice, así descarado, pero por encima de todo, terapéutico. Porque en momentos de dificultades no hay nada como convertirse en la clave de nuestra memoria y dejarse envolverse poco a poco por las esencias de la felicidad del ayer y entonces encontrar fuerzas nuevamente en el presente.

Con frecuencia dicen que la memoria guarda momentos maravillosos que ninguna fotografía jamás podría capturar. Porque ningún soporte electrónico evoca aromas, un escalofrío de placer en la piel, el sabor de un beso, ni la brisa fresca de un amanecer.

Después de momentos maravillosos quedan recuerdos inolvidables, los que nos hacen reír, que nos despiertan el alma y que nos muestran que todo lo que un día estuvo en la mente todavía vive en el corazón.Compartir un aspecto que hay que considerar sobre los recuerdos y la memoria es que, lejos de lo que muchos puedan creer, no están en un baúl. No es un espacio de capacidad infinita donde jugamos datos, imágenes y experiencias que corresponden fielmente a la realidad para guardarlos a la llave.

La memoria, en realidad, es como una pantalla capaz de crear, de traer nuevos matices, de transformar e incluso de borrar. Los recuerdos y la cerradura de la conciencia

Para William James, célebre filósofo, psicólogo y hermano además de Henry James,

memoria y conciencia son como una llave y su cerradura. Veamos un ejemplo: al oír una canción, la memoria viaja inmediatamente al pasado. No se necesita máquina del tiempo. Es un recuerdo involuntario, una más de esas que suceden casi sin darse cuenta a lo largo del día. Nos quedamos suspendidos durante algunos segundos en esa niebla de recuerdo, en ese instante que puede tener un aspecto positivo o negativo, hasta que en segunda, la conciencia nos llama y nos "arrastra" para traernos nuevamente a la cerradura de la realidad.

Este viaje momentáneo, puntual e intensa, lejos de ser una desconexión total y sin ninguna utilidad, queda integrada a su vez a la propia conciencia. Las personas pasan gran parte de sus vidas "recordando cosas, evocando su pasado" y lo hacemos porque, como explica la neurociencia, la memoria es ese eterno viajero que nos invita a su vasta isla para evaluar el pasado, poder actuar en el presente y planificar nuestro futuro. Todo esto queda instaurado en la conciencia, en ese "todo" florido, caótico y peculiar que caracteriza de forma única a cada uno de nosotros.

La necesidad de ser arquitectos de nuestro propio regalo para crear recuerdos positivos "Las experiencias positivas crean recuerdos felices". Esto es una cosa que todos sabemos, es algo obvio y, además, también queda evidente que

no siempre está en nuestras manos propiciar experiencias felices, alegres o agradables. A veces la suerte no está a nuestro favor, existen las decepciones, los cambios de rumbo en nuestros caminos, los episodios traumáticos e incluso los días gris. "Recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón".

-Gabriel García Márquez- Compartir Una cuestión de la que hablamos al principio y que rescatamos ahora se refiere al hecho de que la memoria no siempre es un reflejo fiel de los hechos.

Una misma realidad vivida por dos personas puede ser recordada de forma diferente, porque nosotros interpretamos lo que vemos de una forma u otra, y ahí reside la magia y el misterio de la memoria humana.El cerebro no es una cámara, ni una máquina de xerox, el cerebro es una gran intérprete.Sin embargo, este hecho es un arma fabulosa que está a nuestro favor. Veamos por qué.

Memoria y emociones Todos podemos ser arquitectos de nuestra realidad y hacer uso de la memoria y las emociones para avanzar por nuestros caminos vitales con mayor equilibrio y fuerza . Para ello, considere estas estrategias.

La memoria selectiva que nos permite curar heridas.

Tomemos un ejemplo: usted acaba de terminar su relación con una persona. Una forma de enfrentar el luto es evitar concentrar sus recuerdos en los hechos negativos o traumáticos. Al hacer esto, usted no avanza y se transforma en rehén del sufrimiento. Se trata de aceptar, de ser capaz de cerrar un ciclo y de permitir que los buenos recuerdos vividos tengan más valor que las negativas. Sólo así usted podrá encarar lo que sucedió como una "vida que valió la pena ser vivida".

Los recuerdos de la depresión pueden ser un cuchillo de doble filo. Según una investigación interesante publicada en la revista"Frontiers in Psychology"

  • , el hecho de invitar a un paciente con depresión a recordar momentos felices de su pasado puede ser contraproductivo. En estos casos, se ha comprobado que el cerebro es incapaz de activar sus circuitos de recompensa, ya que las personas depresivas se caracterizan por esa anedonía en la que son incapaces de disfrutar de recuerdos o experiencias positivas. Así, en momentos de oscuridad, en vez de transportarse al pasado de la mano con la cerradura de la memoria lo mejor es "construir el presente", conectarse con el aquí y ahora para considerar que a veces basta con cambiar un pensamiento para crear una emoción nueva capaz de mejorar la propia realidad.
  • A veces, el motor del cambio sólo necesita esa chispa de vida: una emoción positiva y llena de esperanza.