Rara vez paramos para pensar en lo fantástico que es el concepto de "vivir", en términos de emociones, pensamientos y opciones.Al menos en un solo día tenemos la posibilidad de estar aburridos y motivados, alegres y tristes, de amar y ser amados, de ir y volver, y de
Esto puede parecer un poco obvio. Lógicamente, hoy en día tenemos acceso a varios medios de información que sobrepasan nuestra capacidad de abarcar todo lo que nos es transmitido, y por lo tanto, apenas "tenerlos" pierde importancia. Mientras tanto, pasa a ser primordial conseguir gestionar nuestro tiempo de forma que dé para abarcar la mayoría de esos medios. Pero, ¿qué pasaría si nuestra única opción diaria para pensar, sentir o hacer fuera la de vivir?
Tenga en cuenta que no es una de las opciones citadas al principio, pero muy posiblemente ni nos demos cuenta. "Vivir" entendido como"continuar viviendo"o "mantenerse vivo" es algo tan básico que ni siquiera reparamos en eso. Sin embargo, en realidad, gran parte de la población mundial se levanta y se acuesta todos los días con este dilema. El de seguir viviendo, o no, por una cantidad de causas mucho mayor que una mente humana acostumbrada al bienestar puede comprender. Hambre, pobreza, enfermedades terminales y, por supuesto, la guerra.
El dilema de vivir Vamos a considerar el último ejemplo, más precisamente la guerra civil de Siria. En términos generales, un dato a tener en cuenta es que en 2016, ya han pasado más de 5 años desde que los civiles sirios comenzaron a morir indiscriminadamente.
En el día de hoy, ya son más de 250.000 vidas arruinadas.
Aunque nuestra sensibilidad está bloqueada ante la infinidad de noticias similares con las que nos bombardean diariamente, en la sociedad en que se pierden esas vidas ellas asumen un impacto monstruoso en todos los niveles.Sería imposible resumir en palabras la extensión de las alteraciones sufridas por las víctimas sobrevivientes del conflicto.Sin embargo, todos estos cambios pasan por el mismo dilema: vivir o no vivir.
¿Seguiré vivo esta noche? ¿Será que voy a vivir para ver a mi hija crecer?Son preguntas lógicas, humanas e incluso necesarias ante una situación en que ya llegaron a caer 512 bombas al día a ritmo irregular sobre un solo pueblo.Pues bien, contra todos los pronósticos, los sobrevivientes perduran mentalmente. Ellos no pierden la cabeza. Luchan para mantenerse mental y físicamente vivos. Y además, los supervivientes encuentran una forma de dar "sentido" (si es que se puede hacer eso) al conflicto, haciendo parte de él.
Hacen esto abandonando sus casas para lanzarse a la inmigración, luchando por la resistencia, con pocas garantías, o mediante trabajos de apoyo social a grupos necesitados (talleres de creación de negocio para mujeres que nunca trabajaron, trabajo de asistencia médica en los hospitales, trabajo de asistencia médica información y documentación, etc.).Se mantienen alerta, en una pila de nervios, semblante alterado por duros flagelos y manteniendo las pocas costumbres que la guerra se olvidó de destruir. Ellos luchan para conseguir el sustento de sus familias. Y como me voy informando y acercándome a esta realidad, una pregunta resuena cada vez con más fuerza en mi cabeza:¿Cómo es posible que lo logren? "Algunos niños salieron de una calle secundaria, donde formaron un círculo y empezaron a jugar y reír. Pero yo no encontraba gracia. Mi mente estaba distraída por un avión que flota sobre nuestras cabezas, que podía dejarlos en pedazos en cuestión de segundos. Dos de las madres estaban de pie a la puerta, abatidas ".- "La Frontera. Memoria de mi Siria destrozada ". Samar Yazbek, 2015-
¿Cómo es posible vivir? Es complicado imaginar la forma en que un ser humano es capaz de sobrevivir a tales situaciones. Podemos pensar en opciones de donde podrían venir esos comportamientos altruistas, como la resurrección, el miedo intenso o el sentimiento social de unión ante la adversidad.
Ellos también podrían ser explicados por la capacidad plástica del ser humano de normalizar cosas imposibles de normalizar, como la muerte.
Todas estas opciones extraídas de la psicología y muchas más no mencionadas aquí podrían ser válidas para empezar a entender cómo funciona la mente de una persona que se encuentra en este tipo de situación. Pero hay algo que los envuelve directamente en la situación, como humanos y seres vivos: la ausencia de otra opción, sino la de vivir.Puede parecer insensible e incluso hipócrita decir esto desde nuestro lado del espejo, pero es verdad. Yo explico: ¿por qué decimos que no tienen más opciones? Realmente esto no es correcto, ellos siempre tienen la opción de no hacer nada, y de esperar para saber si van a vivir o morir en las manos de aquellos que los atacan. Prácticamente pueden hacerlo. También sería lógico, dadas las circunstancias.
Cuando decimos que no tienen más opciones, hacemos alusión a que humanamente su naturaleza los empuja hacia la supervivencia. Para el uso de los recursos mentales y físicos, para la lucha y búsqueda de sentido. Hemos visto este ejemplo de ausencia de opción en muchas historias de sobrevivientes que relataron sus experiencias, con los autores y psicoanalistas Viktor Frankl, Erich Fromm o Boris Cyrulnik, entre otros.
Algo en común
Y eso es algo que definitivamente compartimos con aquellos que viven en estas situaciones: la naturaleza humana. Es esa naturaleza que permite sentir miedo, ser resiliente, normalizar, luchar o escapar, es la misma que hace nuestros días tan ricos en emociones, pensamientos y opciones. Pero, sobre todo, es exactamente lo que nos empuja a vivir.Podemos vivir alienados del mundo exterior, encerrados en una burbuja de informaciones. Podemos decidir no hacer nada ante este conflicto, o hacer todo. Pero, siempre, en última instancia, contar con el recurso infalible de nuestra humanidad.De mirar el mundo con ojos de ser humano, de sentir como un ser humano y, sobre todo, de aprender como un ser humano. Aprender, pues si no somos capaces, si no hay otra salida, si todo parece perdido, siempre tendremos la opción de vivir.Texto de Eduardo Torrecillas