Tal vez alguien muy cerca de usted sepa muy bien como usted es especial y la luz que usted irradia. Sin embargo, no siempre cuida de usted como usted se merece. Tal vez creas que eres como un hermoso árbol de raíces profundas que nutre, refugia y nunca se queja. Tal vez lo que no sepa es que algún día puede ser usted a cansarse de alguien que da el amor por cierto. Todos hemos escuchado más de una vez el clásico estribillo "no sabía lo que tenía hasta perderlo". Sin embargo, la realidad nos muestra otro tipo de versión mucho más real, mucho más contradictoria y afinada: hay personas que, aun sabiendo muy bien lo que tienen junto a ellas, acaban por descuidar.
"No quiero un amor rasgado y por la mitad. Mito algo entero, intenso e indestructible. "
-Frida Khalo-
A veces las relaciones, así como los huesos, se rompen.
Todos lo sabemos. Sin embargo, esa ruptura no siempre ocurre de un día para el otro de forma puntual, traumática y devastadora. Los expertos en relaciones amorosas saben que estos procesos son lentos y desgastantes, siendo justamente esa falta progresiva de atención hacia el otro lo que acaba depositándose en los universos personales y emocionales de sus protagonistas. Cultivar en el día a día una actitud de apreciación, una postura empática y detallista nos permitirá fortalecer de forma más sana esos vínculos con las personas que amamos. Sin embargo, es necesaria una dimensión estratégica y decisiva para lograr esto: voluntad.
Cuando la gente da por seguro que usted siempre estará allí Usted no es como una roca que un día se desprende de una montaña y se queda atrapada en una suave cavidad durante décadas. Usted no es un insecto atrapado en ámbar, ni las raíces milenarias de una conífera.
Nada en ti es eterno o perenne.
Las personas son como el viento, son brisas y son como el agua que corre por el río. La vida es movimiento, crecimiento y un eterno desarrollo.
Así como nuestro propio ser interior es dinámico e inscrito en un proceso de maduración constante, también así son nuestras emociones. Por eso, el que entiende el amor como una dimensión estable y permanente se equivoca. El amor siempre tiene hambre: necesita alimentarse y ser alimentado. Necesita también ser valorado y cuidado, anhela por sentir cosquillas, oír la música de la risa y embriagar de una complicidad sin palabras. Todo esto nos obliga a comprender una cosa muy simple, una cosa muy básica e ilustrativa: que el amor, más que ser encontrado, es construido. Por eso, cuando uno comienza a dar las cosas por ciertas, lo que escoge en la verdad es parar la inversión, dejar de construir, y opta por fijarse en la superada idea de que quien ama lo hará siempre de forma devota e incondicional. Los vacíos no tendrán importancia, no importarán los silencios, el desprecio, porque para muchos el amor es como esa resina que atiene los insectos para siempre jamás. El amor irrevocable y eterno, más que una verdad, es una apología de nuestra sociedad. "Te amaré por siempre, haz lo que hagas" es un atentado contra nuestra propia dignidad. Porque en las relaciones no todo vale y no todo es justificable, y si nos acostumbra a que "nos den por cierto", llegará el día en que nosotros también daremos por cierto y asumiremos nuestra propia infelicidad.
Si alguien no cuida de usted, cuídese: imponga distancia Piense que la relación de que más necesitamos cuidar es que tenemos con nosotros mismos. Esta piedra filosofal del bienestar humano es descuidada en muchas ocasiones por una razón muy simple: a veces entendemos la vida con base en los vínculos que establecemos con los demás. Pensar que el amor justifica todo y que es al mismo tiempo nuestra fuente de autorrealización es una insensatez con serios efectos secundarios.
"El amor durará tanto como usted lo cuidará y usted lo cuidará tanto como quiera." Compartir Quien sabe lo que tiene y no cuida simplemente no nos merece.
Percibir esto es una necesidad moral, un sentido de supervivencia y el bote salvavidas de nuestra autoestima. Porque si no, en caso de no saltar de ese barco que va a la deriva, nosotros mismos dejaremos de cuidar, nosotros mismos seremos las víctimas de ese culto al sacrificio sentimental que aniquila vidas, que atentan contra esos corazones que se olvidaron de amar a sí mismos. Por otro lado, vale la pena recordar lo que Abraham Maslow dijo una vez: "Si el músico quiere ser feliz necesita hacer música, si el poeta quiere ser poeta necesita escribir, si el pintor ama la pintura necesita pintar ... Todo eso da forma a esa dimensión en que culmina la pirámide de nuestras necesidades: la autorrealización ".
Si comprendemos esto, también comprenderemos lo siguiente:
si alguien nos ama, tendrá la necesidad natural de hacernos felices, de promover nuestras fuerzas, de ofrecerse ese pulso de vida con la cual contribuir también para el crecimiento de la propia relación amorosa . Pero, si quien está a nuestro lado no nos considera y da por seguro que siempre estaremos allí lo que suceda, está contribuyendo a la represión, y la represión, nunca se olvida, es la raíz de la infelicidad. Aprendamos entonces a elegir el camino correcto, ponemos en práctica ese compromiso verdadero y leal hacia nosotros mismos para recordar que amar es cuidar y que el amor es dedicación, aprecio y atención diaria hacia el vínculo afectivo.