Por qué somos indiferentes al otro

Vivimos en un mundo contemporáneo, donde sufrimos exigencias directas o indirectas para ser lo que la modernidad nos exige. Corremos todo el tiempo y siempre sentimos que nos falta tiempo para realizar todo lo que queremos. Estamos atentos a lo que podemos lograr del otro para alcanzar nuestras metas, pero nunca nos permitimos observar por un segundo lo que el otro nos necesita para alcanzar sus metas.

Somos indiferentes. En realidad no nos interesa lo que el otro piensa o necesita. Estamos preocupados demasiado por nosotros para ver las necesidades del otro, sean ellas materiales, físicas, psicológicas o espirituales.

La indiferencia con los que están a nuestro alrededor comienza muchas veces con nuestros propios familiares, de una manera tan sutil que no percibimos cuánto estamos lastimando a los que más amamos y por ellos somos amados. Los padres, abuelos, tíos, etc. son recordados para ayudarnos a alcanzar metas, aunque con una orientación, pero somos indiferentes con sus necesidades de a veces apenas oírles contar sus historias.

Estamos sin paciencia, sin sensibilidad, sin tiempo para oír al otro, para entender sus dolores, sus lágrimas, sus inseguridades, sus miedos. Parece que nos volvemos cada día incapaces de ponernos en el lugar del otro. Sin embargo, cuando sentimos la indiferencia del otro sobre nosotros, nos rebelamos sin parar para evaluar nuestras propias actitudes. ¿Qué nos lleva entonces a actuar con indiferencia con el otro en cualquier circunstancia?

¿El problema del otro nunca nos afectará en nada? ¿Será que nunca necesitaremos que se cuente con nosotros mirando nuestras necesidades? ¿Por qué entonces somos indiferentes? ¿Miedo de involucrarnos? ¿Exceso de frialdad? ¿Una defensa para no nos lastimar? ¿O la bondad y el amor a nosotros y al otro están dormidos?

Analizando la indiferencia como un sentimiento neutro,

no estaríamos por tanto insensibles a todo ya todos, incluyendo a nosotros mismos? Nos haría la pregunta y esperamos que nuestro silencio interior diera la respuesta. ¿Por qué somos indiferentes al otro? Es probable que nos sorprendamos con las respuestas.