Algo me ha llamado atención en los últimos tiempos: mientras el número de casos de violencia crece en todo el mundo, veo surgir también un nuevo sentimiento en mucha gente por aquí.
Hablo de la empatía, que nada más es que la capacidad psicológica de sentir lo que sentiría otra persona si estuviera en la misma situación vivida por ella. Consiste en intentar comprender sentimientos y emociones, buscando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo. En otras palabras, ponerse en el lugar del otro y actuar como nos gustaría que actuaran con nosotros.
Me he impresionado con la cantidad de personas, textos, páginas, a diseminar ese concepto, el cual admiro y me parece maravilloso! Darse y hacer el bien nos tras una enorme satisfacción de deber cumplido, de saber que aun siendo poco, toda ayuda y compartir es válida para la evolución del mundo, de las personas a nuestro alrededor, y principalmente de nosotros mismos.
Pero usted ya paró para pensar que hay mucha gente por ahí, yo me incluyo en ese grupo, que tiene una dificultad absurda en ser receptivo a la empatía ajena? ¿Cuántas personas conocen que siempre están listas para ayudar en cualquier momento, pero que durante sus propios dolores, prefieren resolver todo por sí solas? No sé si por orgullo, vanidad o algún síndrome de superhéroe, esas personas suelen sufrir calladas y se retiran frecuentemente, se aíslan y se alejan del mundo mientras sus heridas cicatrizan.
Por algún tiempo yo admiraba gente así, equivocadamente veía una fuerza descomunal en ellas, pero hoy, después de algunas experiencias, veo que son seres tan sensibles y frágiles como aquellos que lloran y mete la boca en el trombón, abriendo sus dolores por todos lados . Todavía me pregunto por qué algunas personas tienen tanta resistencia en recibir afecto, cuando al mismo tiempo se donan tanto.
Creo que lo que nos falta es un poco de humildad para admitir que no somos perfectos, que a pesar de toda la fuerza, una hora vamos a necesitar de un hombro para llorar, de una mano para calmarnos, y de un abrazo que nos que no se sienten bien al final de cuentas. Necesitamos ser empáticos no sólo en relación al otro, sino a nosotros mismos también. Saber recibir amor es tan importante como saber donarlo a quien necesita.