Ser mucho más que estar

Somos esclavos de lo que transmitimos a los demás, pero tenemos la suerte de poder controlarlo. Pueden juzgarme por la forma en que me comporto y por lo que digo, pero nunca por lo que realmente soy. Lo que siento o pienso es muy particular; me corresponde la decisión de involucrar a otras personas en mi mundo psicológico. La clave es no permitir que los estados emocionales transitorios condicionen nuestros actos.

No es conveniente dejar que la impresión que pasamos a los demás esté ligada a algo transitorio que no nos identifica. A veces estamos tristes, aburridos, sentimos rabia, nos quedamos desesperados, alegres, pero no somos esas emociones. No "somos", sólo "estamos".Actualmente "ser o estar" se ha convertido en una expresión bastante utilizada; cambiar el verbo y cambiar su vida.

¿Estamos peleando o estamos peleando por algún descontrol momentáneo? Necesitamos comprender que, por más poderosas que sean las fuerzas externas, deben ser dominadas por nuestra comprensión de quiénes somos.Yo decido quién soy, independientemente de cómo me siento.

Las emociones y pensamientos pasan por nosotros y, en algunos momentos, nos desestabilizan emocionalmente. Sin embargo, no pueden ser responsables de nuestros actos. En vez de reaccionar "porque estoy en rabia", debemos considerar que es más inteligente cambiar el foco.

¿Por qué actuar de esta manera? ¿Porque ahora? ¿Qué voy a conseguir con eso? ¿Hacer o decir eso me lleva a ser la persona que quiero? De esa forma, actúo de manera consciente, me muestran como realmente soy, interajo con las personas para que me conozcan bien y aprendo a ser un poco mejor cada día.

Esto se aplica a cualquier forma de comunicación social, directa o indirecta. En la interacción directa, contamos con muchas más herramientas para ayudar a transmitir nuestras emociones, que sólo las palabras y la comunicación no verbal.

A través de Internet, tenemos la desventaja de la ausencia del lenguaje no verbal, y la interpretación y percepción de la persona que escribió un texto queda por cuenta del lector y su estado de ánimo. No imagine que conoce a alguien sin conocer sus emociones y su mundo interior.

La imagen que transmitimos a los demás muchas veces no corresponde a la realidad.