Los cambios forman parte de la vida. Ir a una nueva ciudad, decidir seguir una carrera internacional, cambiar de profesión, de estado civil, de empleo, de casa, de vida.
Existen los cambios deseados y también los imprevistos. Independientemente de lo que sea, las nuevas situaciones nos llevan a buscar diferentes formas de adaptación y nos dan la oportunidad de ampliar nuestras experiencias y madurar. A veces la voluntad de cambiar existe, es legítima, pero el individuo se ve paralizado frente a las transformaciones que desea realizar.
Esto es muy común a lo largo del proceso terapéutico.
A medida que el sujeto comienza a conocerse mejor, gana autonomía y tiene ganas de reformular para mejor algunas áreas de la vida. Sin embargo, dejar un estado conocido para alcanzar un nuevo trae consigo aspectos desafiantes.
Junto con la voluntad del cambio surgen también las sensaciones de miedo e inseguridad.
¿Vale la pena? ¿Cómo puedo? Estas indagaciones son naturales y es importante estar atento para evitar posibles boicots y, así, lograr realizar los cambios deseados. Voluntad, coraje y estrategia para cambiar
El anhelo de cambiar es importante pues sirve como motivador y alentador para realizar las acciones necesarias. Para ello, es fundamental tener una buena planificación.
Reflejar, ponderar, crear estrategias y plazos es esencial para alcanzar lo que queremos. Algunos aspectos en este proceso merecen una atención especial. A continuación están algunos de ellos: - Todo cambio lleva a algún tipo de pérdida.
Es necesario ponerlo en perspectiva. Para vivir en una nueva ciudad, por ejemplo, hay que perder el confort del ambiente conocido. Las pérdidas son naturales y positivas en cierta medida, forman parte del movimiento de la vida y son necesarias para que nuevas situaciones puedan de hecho ocurrir.
- Por más que haya planificación y estrategias de acción, por más que haya voluntad, existe un elemento esencial para hacer el paso de la situación antigua a la nueva: ¡Coraje!
Esta capacidad de enfrentamiento de los desafíos es esencial para abrir el camino y llegar donde es preciso. El coraje junto a la fe de que el cambio es el mejor camino a seguir es lo que sostiene la travesía. Cuando abrimos la situación segura y estamos construyendo una nueva, las dudas tienden a surgir intensamente: ¿Hice lo correcto? ¿Te voy a dar cuenta? Esto sucede porque la situación nueva se está formando, todavía no es posible cosechar frutos, hay que invertir tiempo, energía y esperar con coraje y fe. - Cambiar debe atender el anhelo de llevar al sujeto a una realidad más acorde con lo que trae sentido para su vida y, consecuentemente, más satisfacción y alegría, pero eso no quiere decir que no habrá dificultades. Los problemas existirán siempre, lo que cambia es la condición emocional de la persona. Cuando se hace una elección hacia una nueva situación y el cambio se concreta, la sensación de realización trae contentamiento y la persona tiende a ser más tolerante ante las adversidades y más capaz de superar los propios desafíos. La esencia de cada uno de nosotros
Una vez leí una frase que me llamó la atención y cabe bien en ese momento: "Es importante no perder de vista las cosas que te encantan, pues allí hay un poco de tu esencia". más nos alejamos de lo que nos encanta en función de lo que es puramente conveniente, más la vida pierde su sentido. A veces no percibimos ese distanciamiento, y cuando nos damos cuenta estamos muy lejos de lo que nos trae alegría. En ese momento la semilla de una transformación es plantada y es importante mirarla con coraje y evaluar si es el momento de iniciar una transición, con todos los desafíos y satisfacciones que ese cambio traerá.