"Esto no es posible"
"No creo que esto sucedió conmigo"
"No puede ser verdad"
"Nunca imaginé esto"
"No estoy preparado para esto"
"Se equivocaron"
"Cuando llego a casa , me van a decir que esto no sucedió "
" No me dejes ahora "
Estos pensamientos y muchos otros vienen a la mente cuando acabamos de saber la peor de las noticias, frente a un fallecimiento, catástrofe, accidente, atentado ... En realidad , estos pensamientos son mecanismos de protección de nuestra psiquis, frente a situaciones que no somos capaces de soportar, que no esperábamos y que, por eso, no estábamos preparados para aceptar.
Esto es la negación; es la forma en que la naturaleza tiene que protegerse ante el dolor excesivo y el sufrimiento de la pérdida.Es una estrategia adaptativa que nos ayuda a enfrentar la situación para sobrevivir y dosificar el impacto y el dolor.
La negación es necesaria, porque ganamos tiempo para ir asimilando la realidad poco a poco, en dosis aceptables para nuestra psiquis. Nos permite sobrevivir frente a un mundo lleno de cambios, eventos y circunstancias inesperadas que nunca habríamos imaginado, y para las que jamás estaríamos preparados. Por su parte, con la negación entramos en la primera etapa del proceso de luto , a lo largo del cual ocurren otras etapas que nos ayudan a ir reconociendo el duelo hasta superarlo y aceptarlo.
Junto con la negación, la ira y la revuelta nos hacen buscar a quien culpar por lo sucedido, como si fuera una negociación, a través de la cual haríamos cualquier cosa para cambiar la realidad. Continúa la tristeza y la sensación de vacío frente a la pérdida y finalmente la aceptación nos permite volver a retomar nuestra vida. Aunque con pesar, aceptamos que es una realidad y que tenemos que seguir viviendo. Ya que el luto supone necesariamente pasar por las diferentes etapas, es importante saber que la negación es la primera de la cual hay que salir
, y continuar el resto de ellas para poder superar el dolor y el sufrimiento de la pérdida. Si no es así y quedamos estancados en la negación, ella se transforma en un mecanismo desadaptativo, que nos paralizará en el pasado, impidiéndonos de retomar la vida presente. Al no aceptar la realidad y quedarnos hundidos en un sufrimiento limitado, podemos acabar en un trastorno de estado de ánimo. De ahí la importancia de vivir cada una de las etapas del luto, comenzando con la negación y culminando con la incorporación a la nueva vida, a la nueva realidad, aceptando el hecho ocurrido, desapareciendo el sufrimiento y el dolor.