La mente silenciosa no tiene pesos, es diáfana, libre y luminosa como la superficie del mar. En ella, el egoísmo se disuelve instantáneamente, las presiones externas se apagan e incluso los torbellinos internos llenos de obsesiones y pensamientos negativos pierden la intensidad. Nada puede ser tan sano como poner en práctica ese pensamiento relajado con el que es posible encontrar calma en medio del caos. Gordon Hempton, un conocido ecologista acústico, nos dice que el silencio es una especie en peligro de extinción
. Además, de acuerdo con ese especialista de la naturaleza, del sonido y del bienestar, el silencio y la quietud son vitales para nuestra supervivencia. Puede que esta última declaración nos parezca un poco excesiva, pero en realidad, tiene una validez y una trascendencia evidentes. "La tranquilidad es la percepción de una mente tranquila y tranquila".-Debasish Mridha-
El ser humano está perdiendo la capacidad de oír. Y no nos referimos sólo a la capacidad de ser receptivos a lo que nuestro ambiente nos dice, nos comunica o nos evoca desde los estímulos más complejos y refinados. La gente apenas se oye.
El silencio, de acuerdo con el profesor Gordon Hempton, nos obliga a estar presentes ya ser honestos.
Es una forma de exponer el alma, de mostrar la mente y de abrir el corazón para reencontrarnos auténticamente. Así, podríamos decir casi sin error que tener una mente silenciosa es una manera de ampliar espacios internos para conectarnos con lo que nos envuelve y con lo que somos. Es una manera de revelar cómo invertir en salud y bienestar, una práctica que todos deberíamos aplicar en nuestro día a día.
Nuestra mente es la principal fuente de agotamiento Vamos a admitir, a veces nuestra mente es un animal con una enorme energía
, es infatigable, es inquieta, devora todo, enreda todo y, casi sin darse cuenta, puede llegar a ser nuestro peor enemiga . Esta máquina de pensar no comprende los tiempos de descanso y, por lo tanto, no duda en tomarnos horas de sueño para mantenerse alertas, para alimentar la rumia, la conversación inútil y la obsesión hasta crear una niebla densa para perderse, aislados en el océano de la ansiedad o de la depresión.
Meister Eckhart, un famoso filósofo dominicano y alemán del siglo XIII, ya decía en aquella época que el único medio de calmar la angustia interna era abrazando el silencio. Según él, la quietud y la ausencia de sonido a nuestro alrededor pueden actuar como un fuego purificador. Es como una casa tranquila donde el alma se vuelve más intuitiva, donde se refresca nuestra mirada y se profundiza el conocimiento.
Lo que el Maestro Eckhart nos ha explicado en sus días tiene claras connotaciones místicas, nosotros sabemos. Sin embargo, es curioso cómo, a lo largo de nuestra historia, es precisamente el mundo de la religión y de la espiritualidad que reivindicó de alguna forma la importancia del silencio. Buda, por ejemplo, también explicó en sus textos que poner en práctica una mente silenciosa era el camino para acabar con el agotamiento, la mentira, y ser libre de todo tipo de actividades egoístas ... La mente silenciosa, en esencia, es aquella que no se aleja de la realidad ni la evita.Además, está siempre alerta, está siempre despierta y busca, por encima de todo, ver la naturaleza de la realidad, tanto externa como interna.
"El silencio es el único amigo que jamás traiciona".
-Confoco- La mente silenciosa y el pensamiento relajado Tenemos claro que la mente puede a menudo ser nuestra principal fuente de agotamiento. También sabemos que una manera de practicar el pensamiento relajado es iniciarnos en la meditación, el mindfulness o incluso en la yoga
. Ya nos han dicho muchas veces, e incluso es posible que ya hayamos intentado alguna vez sin éxito, hasta el punto de decir que la meditación no es para nosotros.
No tendemos para una opción con ojos cerrados, por más conocida que sea. Para practicar y beneficiarnos de una mente silenciosa hay muchos otros caminos, muchos otros bloqueos para abrir esa "estancia mental tranquila". La clave, como todo en la vida, consiste en encontrar la respuesta que mejor se ajuste a nosotros, nuestras necesidades y personalidad. Por lo tanto, será útil reflexionar sobre las propuestas que se detallarán a continuación.
4 principios para practicar la mente silenciosa
El primer objetivo, por más curioso que sea, es dejar de tener miedo del silencio . Es difícil admitir, pero es una realidad obvia. Algo tan simple como buscar un ambiente natural sin ningún indicio de civilización en kilómetros y sentarnos allí en completa soledad puede ser, para muchos, algo aterrador.El silencio nos expone y nos hace sentirnos privados de "algo". Sin embargo, ese "algo" es a menudo toda la superficialidad y los pesos que arrastramos en nuestra mente. Por eso, es necesario permitirnos ser abrazados por el silencio sin miedo, con intimidad, con honestidad para dejar ir todo lo que sea innecesario ...
Una hora de soledad por día . Para moldear una mente silenciosa, debemos aprender o re-aprender a estar solos. La soledad libremente escogida por un momento de tiempo es saludable, es catártica y nos reinicia en todos los sentidos.
Empatía por sí mismo
. Para calmar la mente inquieta, la mente insaciable y sus pensamientos negativos, necesitamos practicar una empatía real con nosotros mismos. De esta forma, volveremos nuestra mirada hacia dentro, para ser la voz relajada que nos puede decir: "Todo está bien, calma, detenga el rumbo de esos pensamientos y concentre. Todo va a mejorar a partir de ahora. Apenas disfrute del silencio".
- Desacelerar las cosas no es perder tiempo. Otra estrategia sensacional es aprender a ir más despacio en nuestro día a día. Debemos entender que ir más despacio no siempre es sinónimo de pérdida de tiempo. Desacelerar nuestra vida, permitiendo estar más presentes, también favorece la calma mental.
- Para concluir, la mente silenciosa no es ningún tipo de entelequia, no es una capacidad imposible de adquirir, entrenar o algo que sólo aquellos que llevan años meditando pueden disfrutar.Este tipo de pensamiento relajado requiere voluntad, autocontrol y una buena dosis de amor propio
- , para convencerse de que nuestra propia mente nunca puede y ni debe ser nuestro peor enemigo.