Para el escritor Hermann Hesse, la necesidad de estar ocupados y vivir en un estado de placer compulsivo, de hacer, en vez de simplemente ser, da lugar al drama que sostiene la insatisfacción existencial actual. Pero el alemán tiene una respuesta que, aunque puede parecer obvia y simple, implica una comprensión mayor, capaz de modificar nuestra relación con el mundo. La búsqueda compulsiva por el placer puede transformarse en una insatisfacción igualmente reiterada.
El sociólogo Zygmunt Bauman afirma que vivimos en una sociedad líquida y de consumo, que busca satisfacer las necesidades materiales de forma inmediata. Esto hace que los productos que consumimos se acaben rápidamente, dando margen a que nuestras necesidades nunca sean satisfechas; a que siempre tengamos el deseo de consumir más para sentirnos completos.
La gran insatisfacción general que vivimos sucede especialmente a nivel social. Pasamos el día deseando cosas nuevas y así que las adquirimos, el deseo se renueva. Como sociedad de consumo que somos, toda novedad prácticamente nos suscita otro deseo. "La agonía física, biológica, natural, de un cuerpo con hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida."
-Federico García Lorca-
La presión para buscar el " el placer nos hace más susceptibles a la depresión
De acuerdo con una investigación publicada en la revista
Depresión y Anxiety ,buscar desesperadamente el camino hacia la felicidad podría ser un atajo, con un descenso espectacular, para la ansiedad y la depresión. La felicidad se transformó en una meta en sí misma, en vez de ser una consecuencia directa fruto de una vida bien vivida, o por lo menos bien definida. El vínculo directo entre obligarse a ser feliz y la depresión se debe a la forma en que acostumbramos a reprimir nuestros sentimientos ya buscar no exhibir la propia vulnerabilidad de ninguna manera. Todos merecemos explorar al máximo nuestras capacidades y sacar provecho de cada oportunidad para ser feliz. Sin embargo, las dificultades y los malos momentos son parte del camino, y negarse la experiencia puede ser incluso más perjudicial que aceptarla.
Las emociones negativas pueden ser necesarias para establecer un período de transición entre un estímulo negativo externo y una recuperación emocional sana. Estas emociones provocan bajas de energía que nos estimulan a la reflexión. Es bueno recordar que las emociones negativas también tienen su función. Por ejemplo, ante la muerte de un ser querido es sano sentir dolor o tristeza como trampolín para superar esa situación.
"La depresión es una prisión en la que usted es tanto el prisionero como el cruel carcelero." -Dorthy Rowe- La felicidad podría estar en los lunes
La calidad de vida no depende solamente de la felicidad, sino también que la la gente hace para ser feliz. Si no se crean metas que den sentido a la propia existencia, si no usamos la mente a pleno rendimiento, entonces los buenos sentimientos sólo inspirarán una minúscula fracción del potencial que poseemos. Después de décadas estudiando los estados en los que las personas alcanzan su máximo potencial, las investigaciones de Mihaly Csikszentmihalyi apuntan que las personas son más felices cuando alcanzan un estado de alta concentración, al que el autor llamó "flujo". Este autor, doctor en neurociencia de la Universidad de Stanford, detectó una paradoja: el trabajo es más propicio que el ocio para alcanzar lo que él llama estado de flujo, algo que podría interpretarse como la felicidad. La clave está en que, para muchas personas, el ocio es un tiempo muerto, y el trabajo, justo lo contrario.
Tener objetivos claros, poder administrarlos y recibir una retroalimentación es fundamental para fluir. "La felicidad humana generalmente no se alcanza con grandes golpes de suerte, que pueden suceder pocas veces, sino con pequeñas cosas que suceden todos los días."
-Benjamin Franklin-