son ideas que aparecen en nuestra mente que no llevan a la solución alguna , pero que permanecen dando vueltas alrededor de un mismo tema y recurriendo a las mismas ideas sin añadir nada. Son trampas mentales.Los pensamientos circulares nos impiden liberar espacio para crear nuevas soluciones o indagar otros puntos de vista. Sólo giran y giran mientras nos sumergen en una espiral de sufrimiento.
Son pensamientos disfuncionales porque no ayudan y, además, generan emociones negativas. Muchos de ellos son precedidos por el famoso "Y si ...". ¿Y si no me sale bien? ¿Y si falla o no es para mí? ¿Y si esa no es mi turno? ¿Y si me estoy precipitando? ¿Y si no es la persona ideal para mí? ¿Y si no lo logro? Preguntas que sólo bloquean la generación de nuevas alternativas, no añaden nada y, además, ocupan un espacio importante de nuestra mente y de nuestro tiempo.
¿Por qué nuestra mente se empeña tanto en dar vueltas y vueltas en el mismo asunto varias veces? A veces la razón está en nuestros miedos y ansiedades, otras en las rutinas mentales que creamos, o simplemente porque nuestro cerebro necesita estar activo.
En lugar de intentar hacer desaparecer los pensamientos circulares, lo ideal es buscar nuevas salidas y soluciones. Veamos cómo hacerlo. Tiempo basura para los pensamientos circulares
El "tiempo de basura" es una técnica psicológica utilizada para manejar este tipo de pensamiento.
Ante todo, para empezar a aplicarla, es necesario que sepamos distinguir los pensamientos que nos ayudan y ofrecen soluciones, o sea, los pensamientos funcionales, de aquellos que aparecen de forma involuntaria y sólo nos hacen perder tiempo y energía, los pensamientos disfuncional. Los primeros deben ser potenciados, y los demás, descartados. Una vez que tengamos la habilidad de identificar nuestros pensamientos, debemos dedicar un tiempo específico todos los días para pensar en todo aquello que no nos añade nada. De esta forma, cada vez que un pensamiento circular aparece, debemos desviar nuestra atención y dejarlo pasar, para luego dirigir nuestro foco a él durante el tiempo basura que hayamos planeado (por ejemplo, 15 minutos después de comer). Durante ese período repetimos varias veces ese pensamiento hasta conseguir que pierda fuerza o encuentre su inutilidad.
Con esta técnica conseguiremos evitar pensar en lo que no queremos pensar y desviar nuestra atención hacia algo productivo. A veces los pensamientos aparecen de forma involuntaria, pero tenemos el poder de dar la importancia que merecen y decidir qué hacer con ellos. Compartir
dirigir la mente hacia lo que queremos
Somos dueños de lo que pensamos,y aunque a veces los pensamientos aparezcan sin darnos cuenta, tenemos el poder de decidir qué hacer con ellos. La cuestión es ser consciente y aprender a identificar qué pensamientos hacen que nos sintamos bien y, de forma contraria, cuáles nos llevan a una espiral de sufrimiento y malestar. Somos los responsables de darles poder y también por quitar ese poder, así como nosotros somos los que decidimos cuando escuchamos.
Como hemos visto, los pensamientos circulares evitan que encontremos nuevas soluciones, por eso al reducir su tiempo de importancia, van perdiendo fuerza y se reducen al mínimo.
El tiempo basura nos permite desviar la atención hacia lo que queremos lograr, y no para lo que pensamos y que no genera buenos resultados y, además, nos paraliza. Los pensamientos circulares no son buenos compañeros de viaje, por lo que debemos intentar reducirlos y hacer que pierdan la importancia. Es fundamental no olvidar que somos nosotros quienes decidimos qué hacer con nuestra mente, somos dueños del valor que damos a lo que pensamos, somos dueños de nuestro tiempo y de nuestra mente.
Somos dueños de nuestros pensamientos.