Estamos acostumbrados a cometer el engaño de pensar que, para realizar proyectos o realizar actividades, siempre tenemos que tener fuerza de voluntad o estar motivados de alguna manera, y que de no ser así, es mejor dejarlo para otro momento en el que nos nos encontremos más motivados.
Este pensamiento termina siendo, al final, una trampa, sobre todo para las personas inmersas en un estado de ánimo depresivo, pues la motivación sólo aparecerá después de la activación continua, y no al revés.Es decir, la acción precede a la motivación. "Esta es la actividad que hace al hombre feliz."
- Goethe -CompartirEsta conclusión fue obtenida hace algunos años, en la década de los 90, a la luz de los resultados de un estudio sobre la eficacia de la Terapia Cognitiva de Beck, y fue desarrollado por Jacobson, Dobson y otros colaboradores.El más interesante fue saber que la activación conductual, por sí sola, era tan eficaz como la terapia cognitiva completa y también en cuanto a la medicación antidepresiva. Por lo tanto,
bajo esta perspectiva, tener un estado de ánimo depresivo no sería considerado una enfermedad, sino estar en una situación negativa, sin refuerzos o estímulos. El objetivo es que la persona, por medio de la acción, compruebe que hay infinidad de personas, situaciones, lugares, momentos, experiencias, etc, que pueden renovar la ilusión por la vida, y devolverle la felicidad.
El problema es que la persona con depresión tiende al impedimento conductual, justamente lo contrario de lo que proponemos. Deja de salir, de realizar las tareas o actividades que antes eran satisfactorias, de relacionarse, lo que no hace más que contribuir a mantener y aumentar la tristeza y la apatía, y como consecuencia, confirmar sus pensamientos negativos sobre ella misma, el mundo y el futuro.
Evidentemente, por no gustar o por no tener ganas, empieza a vivir por inercia, evitando aprovechar lo que está a mi alrededor. Así, se hace imposible mejorar el estado de ánimo o pensar de una forma más positiva sobre la vida, pues no la persona no se da a sí misma la oportunidad de conocer los estímulos de la vida, que están ahí fuera esperando por nosotros.
Dar cuenta de que activarse es clave para mejorar emocionalmente es muy importante , pues corta el círculo vicioso de la depresión y hace que la persona salga de esa trampa y empiece a ver que, además de injusticias y adversidades, también existen placeres y alegrías. Con eso, no pretendemos que la persona con depresión vaya a fiestas de un día para otro. El objetivo es programar el día a día con actividades realistas que refuercen lo que la persona es capaz de realizar.
No tiene sentido proponer actividades que no refuercen a lo que ya hacen, pues lo que estamos buscando, precisamente, es renovar las ilusiones, los objetivos y las motivaciones. Posteriormente, cuando la persona ya haya salido de la pasividad, se incorporarán actividades que requieran un poco más de esfuerzo e incluso algunas que la persona nunca haya hecho, pero que quisiera hacer.
Uno de los problemas que suele surgir al proponer la activación conductual es quela persona, debido a su estado de ánimo depresivo, crea argumentos para no realizar la actividad o para abandonarla
, pues no se siente capaz, cree que eso no servirá de nada, o que no tiene ningún mérito.
También sucede que si la persona no es capaz de realizar la tarea de forma perfecta, se siente mal y se recrimina por ello.En este sentido, es importante educar al paciente para que se dé cuenta de que estos pensamientos influyen en su conducta, y son producto de su visión negativa
. Por lo tanto, la instrucción es seguir activándose, a pesar de los pensamientos negativos y del esfuerzo tremendo necesario, pues la recompensa será salir poco a poco de ese estado tan desagradable.
La depresión es un círculo vicioso en el que la persona se queda girando hasta tomar la decisión de salir de él. La activación comportamental se contempla como una salida hacia esa espiral, una puerta que conduce al redescubrimiento del bienestar y de la felicidad.