La conexión emocional es una realidad. Establecer conexiones emocionales con otra persona nos permite acompañarla en la soledad y el dolor, y en momentos de enfermedad, puede incluso ser beneficiosa hasta el punto de transformarse en terapia.
Nadie sabe cuál es la profundidad por donde se mueven nuestros pensamientos. Las personas inteligentes suelen percibir el lado más racional de las cosas y de los pensamientos, pero las personas con mayor sensibilidad, no sólo perciben el lado racional, pero también pueden desarrollar conexiones emocionales con mayor facilidad.
Un caso real donde la sensibilidad fue la clave del tratamiento
Un profesional de psicología tenía un paciente joven, de 13 años de edad, que no pronunciaba palabra alguna ya hacía 15 meses. Cuando era niño, su padre había fallecido repentinamente después de padecer por un largo período de una enfermedad, y su madre había fallecido de un accidente hacía apenas dos años. Sus abuelos paternos decidieron no mantener contacto con él por deseo propio. Y su único abuelo materno no quiso acogerlo en su casa.
En las consultas con el psicólogo, las horas transcurrían observando las paredes, sin emitir ningún sonido. Inquieto, nervioso y preocupado, repetía ese comportamiento sesión tras sesión.Su dolor y su angustia eran tan inmensos, que no conseguía articular ninguna palabra y era incapaz de expresar cualquier emoción por insignificante que fuese. El profesional que lo atendía decidió apostar en su curación de forma peculiar, acercándose a su lado en silencio, y acompañando su dolor. A cada final de sesión, el psicólogo le decía: "si usted siente voluntad y quiere, vuelva la próxima semana. "Sé que está doliendo". La respuesta del joven siempre era la misma. NADA.
fueron pasando los meses y el psicólogo comenzó a jugar ajedrez con él. Las sesiones fueron transcurriendo, mientras el nerviosismo y la ansiedad iban disminuyendo, hasta que un día el terapeuta tardó en ejecutar su movimiento, y el joven lo encaró diciendo: "es a su vez". A partir de esa semana, empezó a hablar progresivamente, y luego se inscribió en un equipo de baloncesto, se relacionó con sus amigos del instituto. Resumiendo,
salió de su aislamiento para vivir su vida.Este profesional tal vez nunca sepa dónde reside el misterio del proceso de curación, pero aprendió a conectar emocionalmente con el joven a partir de su sensibilidad. Entendió que el tiempo hace posibles cuestiones que parecen terriblemente insuperables. Aprendió a ser sensible más allá de las palabras, a estar presente con sólo una mirada, una caricia, una sonrisa, un gesto caluroso.
Es decir: aprendió a escuchar su corazón.