Hay personas que sólo nos buscan cuando necesitan algo. Otros, a su vez, se ven en el derecho de pedir todo a cambio de nada porque el vínculo rige y es nuestra obligación moral asumir, callar y otorgar. No es lo correcto. El arte de la reciprocidad y el respeto nacen en el corazón, no de las imposiciones morales o familiares. Una cosa que todos sabemos es que vivimos en una sociedad donde se suele pensar que tanto la familia como el cónyuge son el paradigma del bienestar afectivo. No obstante, es en estos círculos personales donde más se concentra el sentimiento de dolor y, obviamente, las decepciones. Porque quien piensa que el simple acto de ofrecer el amor a cambio de nada es sinónimo de felicidad se equivoca. Es caer en el abismo de nuestro propio error. A veces, podemos llegar a conocer de verdad a las personas por la manera como nos tratan cuando ya no nos necesitan.
Compartir El principal problema está, sin duda, en ese "confort" al que muchas relajaciones afectivas o familiares apelan, al pensar que están en su derecho de pedir prácticamente cualquier cosa a un precio muy bajo, aunque eso nos cueste la autoestima. Por eso, antes de ceder sin pensar para luego lamentar, es conveniente reformular la estrategia: " ofrezca solamente aquello que necesitan de verdad".
Intuir lo que otros realmente necesitanUn artículo interesante publicado en el espacio "Goodtherapy" sobre cómo se construyen las relaciones personales positivas explica que
a pesar de que todos saben lo que significa la reciprocidad, no la reconocemos como un bien precioso para vivir. Existe una compleja doble moral en la idea de que sólo por ser familia o sólo por ser cónyuge estamos en el derecho de pedir, exigir e incluso dar por seguro que los demás siempre estarán a nuestro lado "suceda lo que pase".Como decía Honoré de Balzac, el amor no es sólo un sentimiento, sino un arte que no todos saben practicary, a veces no es la sangre que edifica una relación entre padre e hijo, sino el respeto y la reciprocidad.
A nivel psicológico, un aspecto que suele percibir en la mayoría de las relaciones de parejas infelices es que nunca se cumple el principio de la reciprocidad. Esto se debe a que uno de los miembros asume un papel dominante y de superioridad donde se rompe completamente el noble acto de dar y recibir.
Ofrecer lo que realmente es necesario no es ser egoísta, actuar con sabiduría. Analizar lo que los demás necesitan de forma objetiva y actuar sobre la base de eso, y no frente a sus imposiciones, es actuar con sabiduría y equilibrio. Porque la reciprocidad no es un "todo o nada", sino saber tomar, agradecer, multiplicar y devolver lo que se nos ha dado. Todos tenemos necesidades, pero en la medida en que sea posible deberíamos ser capaces de cubrirlas o satisfacerlas por nosotros mismos, en lugar de esperar que otros lo hagan. Es una actitud de madurez personal. Porque en muchos casos, necesitar es sinónimo de depender. Por lo tanto, es fundamental saber diferenciar qué demandas son razonables y cuáles están tejidas por el egoísmo.
- Ser sensibles a las necesidades de nuestro entorno de una forma objetiva nos permitirá también actuar con mayor seguridad. Si nuestros padres necesitan ayuda en las tareas del hogar, entremos en un acuerdo con ellos referente a esto. Si percibimos que nuestros amigos necesitan apoyo financiero, vamos a ofrecer ayuda de acuerdo con nuestras "posibilidades reales", no según sus exigencias.
- Compartir Lo que usted necesita, lo que necesito Hay quien conciba la felicidad como una oferta total, sacando su corazón fuera del cuerpo para envolver a todo ser amado en un manto de protección sin límite y sin medida. Ahora,
- nadie puede pasar mucho tiempo con su corazón en el exterior, porque entonces quedará seco, tan hueco y tan vacío que sólo quedará espacio para lamento y frustración.
No debemos caer en el error de pensar que "quien ofrece amor, dedicación y compromiso" siempre recibirá lo mismo.
La ley de la atracción, por más que queramos, no siempre se cumple y por eso hay que priorizar también ese compromiso emocional consigo mismo. Es necesario también prohibir muchos de esos principios morales que nos obligan a "dar todo de sí por los nuestros, a cambio de nada". Si lo que recibes es sufrimiento, no arquees con eso, no te invierte en malestar, ni edifique relaciones que se sostienen en el egoísmo.
- No vale la pena. Para concluir, saber lo que los demás necesitan es saber desarrollar nuestra sensibilidad e intuición frente a posibles carencias que nuestro entorno más próximo presenta. Ahora, ser receptivo a la necesidad ajena no debe hacernos olvidar lo que nosotros necesitamos, porque si descuidáramos a nosotros mismos, perderemos todo ...
- Si usted desea amor auténtico, amor verdadero y enriquecedor, comience amando a usted mismo. Compartir