Como seres racionales que somos, pensar es una actividad que está asociada a nuestra naturaleza.Los pensamientos pueden ser nuestros aliados, pero en contrapartida también pueden ser nuestros peores enemigos. De este modo, la posibilidad de que se transformen o no en un problema dependerá de cómo utilizamos nuestra razón y conciencia a la hora de pensar. Si interpretamos que pensar es el acto de razonar, entender, imaginar, de forma que nos ayude a tomar decisiones ya poner una acción en práctica, podemos concluir que tiene un gran poder, tanto como el que queramos dar a él. Recordemos que el pensamiento no es algo estable, no siempre es sensato, y no siempre tiene sentido.Dar mucho valor a nuestro pensamiento en ciertas situaciones y circunstancias puede perjudicarnos más que beneficiarse,
por eso tenemos que tener conciencia y abrir la mente a otras posibilidades que pueden estar condicionando, como nuestro estado emocional, nuestra experiencia o determinadas condiciones específicas, como el consumo de alcohol.Muchos son los factores que están en constante interacción con nuestros pensamientos. Tomar conciencia de ellos nos ayuda a no ser esclavos ni a quedarnos obsesionados con lo que pensamos.
CompartirCuando pensar demasiado genera ansiedad
Hay situaciones en que tenemos la sensación de que no podemos dejar de pensar, en que damos vueltas y vueltas siempre pensando en el mismo. En este proceso de remoción, quedamos obsesionados por algo que toma la mayor parte de nuestro tiempo y de nuestros pensamientos. Al preocuparse por algo, al anticipar una situación o al recordar momentos de nuestro pasado, dejamos las puertas completamente abiertas para la ansiedad. La ansiedad creada por nuestros pensamientos acaba por ser un proceso de descontrol: nos vemos dominados por lo que ya sucedió, por la incertidumbre de lo que aún no ha llegado y de lo que está por venir. Todo esto ocurre cuando no miramos el presente.Acabamos por perderse, desorientar y distraer de lo que sucede en la actualidad, del mundo en que vivimos aquí y ahora.
Intentar buscar y dar explicaciones para todo lo que nos rodea también transforma nuestros pensamientos en ansiedad.
Hay tipos de personalidad con más tendencia a la preocupación y para intentar obtener explicaciones en relación a todo aquello que experimentan. Por lo tanto, las personas que poseen este dinamismo interno tienen que hacer un gran esfuerzo para mantener la calma y centrarse en lo que están experimentando en este preciso momento. Centrarse en el presente
Ante la angustia que nace de nuestros pensamientos, lo más recomendable es hacer todo lo posible para centrar nuestra atención en el presente. Cuando captamos el momento, podemos tener el control de nuestros pensamientos, centrándonos en la experiencia, en la realidad con que nos encontramos más de cerca. Dejemos que lo que hay a nuestro alrededor entre en nosotros y nos contagie con un sentido diferente del que comenzamos cognitivamente en nuestra mente.Cuando acumulamos pensamientos y nos agonizamos con las preocupaciones, un buen ejercicio es el de empezar a escribir y ordenar esas ideas, guardar las anotaciones para ir poniendo las soluciones en práctica cuando ellas surgen. De esta forma, haremos algo con lo que nos atormenta, y dejaremos un camino abierto a las decisiones y soluciones.
Comprender y aceptar nuestro modo de pensar nos ayuda a no caer en la desesperación y el victimismo.Entender que los pensamientos forman parte de nosotros y que podemos utilizarlos en nuestro beneficio nos impide entrar en conflicto con ellos; un conflicto que en realidad sería con nosotros mismos.
Yo no soy lo que pienso, lo que pienso es parte de mí, y tengo el poder de dirigir mis pensamientos hasta donde me convenga.
CompartirYo control lo que pienso Yo no soy lo que pienso, eso es parte de mí, y por eso comprendo mejor la naturaleza del pensamiento. Yo sé que él forma parte de mí y de mis experiencias, sé que tiene que ver con mi actitud y mi modo de ver y estar en la vida. Por lo tanto, reclamar lo que pienso habitualmente es sólo una estrategia para huir de mí mismo.
Podemos controlar lo que pensamos, sobre todo con la práctica de la concentración.
Podemos guiar nuestros pensamientos hasta lo que sea más importante para nosotros, y podemos quedarnos anclados en el mismo o ir avanzando y dando lugar al mundo de posibilidades que están por llegar y que no podemos controlar.Nuestra actitud determina cómo pensamos y actuamos.
Podemos quedarnos en nuestro mundo de posibles opciones sin atrevernos a tomar decisiones, o podemos planificar una estrategia dando forma a una posibilidad a través de nuestras decisiones.Pensar, aunque comprobamos que es algo automático y que llega sin más, no significa que no podemos tomar una actitud activa.
Si seguimos siendo espectadores de nuestros pensamientos, asumir que es imposible controlarlos y así se van a dominar.
Usted puede decir a sí mismo: yo control lo que pienso. En este punto usted ya estará tomando una actitud más activa y benéfica.Compartir