Cuando se habla de fantasías muchos creen que estamos tratando de un tema muy distante de la realidad cotidiana. Se supone que lo fantástico sólo está asociado a hechos extraordinarios o fuera de lo común. Sin embargo, si hay algo que hacemos en nuestro día a día es tratar con fantasías. Se puede decir que, básicamente, vivimos inmersos todo el tiempo en un conjunto de fantasías.
Mucho de lo que hacemos o dejamos de hacer se sostiene solamente en razones imaginarias y no reales, en el sentido estricto del término. A la pregunta de por qué vivimos de esta forma y no de otra, ciertamente muchos responder con argumentos que tienen mucho más de fantasía cultural que de realidad vital. "La mejor amiga y la peor enemiga del alma es la fantasía". -Arturo Graf- Hay fantasías creativas. Son las que se separan de lo común e introducen lo extraordinario. Sin embargo, también hay fantasías poco creativas. Son las que oímos decir y repetimos como si fueran verdad. Son las que están más fuertemente arraigadas en nuestra cultura, y por eso se presentan como verdad, aunque no sean.
No tenemos, y no tendríamos por qué tener, una percepción objetiva de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Buena parte de lo que compone nuestras ideas es influenciada por las fantasías con las que fuimos educados y por las que nosotros mismos construimos. Lo bueno es que lo fantástico también es plástico: puede moldearse, transformar, cambiar.
No está sujeto a las leyes implacables de ninguna realidad.
Lo bueno es que lo fantástico también es plástico: puede moldearse, transformar, cambiar. No está sujeto a las leyes implacables de ninguna realidad.
Compartir las fantasías maravillosas Algunas fantasías nos ayudan a alimentar la voluntad de vivir y de evolucionar. Por ejemplo, cuando tenemos la percepción de que merecemos mucho y de que siempre va a llegar algo bueno en nuestras vidas. Esto se traduce en optimismo, perseverancia y resiliencia. La paradoja es que, aunque estas fantasías no se basen en una prueba objetiva, logran convertirse en realidad. Nacen como convicciones sin evidencia, pero nutren tan positivamente a un sujeto que le permiten ser más justo consigo mismo y encontrar lo mejor de cada situación.
Toda gran conquista humana comenzó como un sueño fantástico.No sucede al contrario, como en la ciencia. No se encuentra la evidencia para formular la hipótesis, sino que se define el objetivo primero y luego las evidencias lo transforman en realidad. Por eso se puede afirmar que cuanto más lejos soñe, más lejos va a llegar.
Las fantasías terribles
En la mente humana también sucede lo opuesto. Las personas son capaces de crear verdaderas pesadillas
, que al principio sólo están en nuestra mente. Pensamos que todo va a ir mal, que no merecemos la oportunidad, y aunque no hay ninguna prueba para afirmar eso, terminamos por renunciar o sabotear las posibilidades de mejor.
Algunas de estas fantasías terribles llegan más allá. En algunas ocasiones se expresan como delirios que tienen diferentes intensidades. Una culpa imaginaria es capaz de llevarnos a crear una persecución también imaginaria. El miedo a caer le llevará a tropezar.
Los celos locos plantan la semilla de la infidelidad en el otro.
Hay casos en que la fantasía se vuelve invasiva y asume el control. Usted puede llegar a estar seguro de que si se duerme, nunca se despierta. O creer que su cuerpo es un saco de grasa y dejar de comer. Incluso es posible que imagine que su valor es nulo, o que su vida no tiene propósito, y consciente o inconscientemente, se empeñará en morir.El límite para la fantasía
Los humanos son animaciones imaginativas. Estamos marcados por las fantasías desde que nacimos. Somos, ante todo, una fantasía feliz, temida o inesperada de nuestros padres. El significado que nos dan es lo que hace posible nuestra vida. Si no hubieran interpretado nuestra llegada al mundo de una forma fantástica, no habríamos nacido. Ellos construyeron una idea, sin pruebas, de lo que sería nuestra vida en el planeta. Y dijeron "sí".
Las fantasías están en la esencia del ser humano. De ellas venimos y hasta ellas vamos. Toda expectativa frente a la muerte tiene una dosis fantástica. Toda expectativa ante la vida también. La incertidumbre es la única realidad.
El resto, llenamos con creaciones de nuestra imaginación.
Sin embargo, el mundo fantástico tiene una amplia gama de matices. Va desde lo completamente absurdo hasta lo razonable y lo probable. Para crear, para hacer arte, nos conviene dar rienda suelta a nuestras fantasías. Para vivir, conviene mantenernos dentro de los límites de lo posible. En todos los casos nos ayuda mucho a entender que siempre podemos redibujar nuestras fantasías para que sean una fuerza a nuestro favor, y no en contra.