Llegó el momento de caer en sí. No acepte ninguna amistad, cualquier sentimiento, un amor cualquiera de una persona cualquiera. Nadie es cualquiera, ni merece nada, mucho menos tú.
El tiempo pasa tan rápido y quedamos tan atribulados con nuestros compromisos de trabajo, de estudio, de vanidad, de todo lo que no tiene que ver con nuestra esencia, que, no raro, acabamos olvidando reservar un tiempo a nosotros mismos . Acabamos olvidándonos de que hay una vida toda que pasa aquí dentro de cada uno de nosotros. Y si descuidamos todas nuestras necesidades afectivas, casi nada nos resta de verdad. Sí, somos nuestras verdades, todo lo que alimenta los golpes de nuestros corazones, todos nuestros sueños, deseos que constituyen lo que somos - humanamente somos. No hay consuelo alguno, maquillaje alguno, dinero alguno, capaces de llenar nuestra dimensión afectiva, las carencias de nuestros sentidos, el horizonte del amor que guardamos aquí dentro.
Somos hechos de sentimientos
Somos sentimientos, somos alma, mucho más allá de nuestro cuerpo y de lo que vemos y tomamos con las manos.
Necesitamos de cambio de energía, de toques de almas, de entendimiento y de compartir de miradas, de hablantes, de esencias. Todo lo que es material, por sí solo, se vuelve vacío e inútil, si no estemos intercambiando afectividad con alguien mientras vivimos. Necesitamos amor y amor no se materializa en lo que la gente compra, pero existe y se multiplica a través de sentimientos verdaderos. Por lo tanto, sin que reflexionamos acerca de nuestras actitudes, actuamos, poco y poco, mecánicamente, viendo tan sólo lo que está allá delante y los resultados, el producto final. Entonces, todo el proceso que culminó en aquella situación pasará desapercibido por nosotros, o sea, no nos concientizamos de que mucho de lo que nos sucede implica la cosecha de las semillas mal escogidas y mal plantadas por nosotros mismos. Con eso, aceptaremos, resignados y pasivamente, cualquier empleo, cualquier amistad, cualquier sentimiento, un amor cualquiera de una persona cualquiera. Pero
nadie es cualquiera, ni merece cualquier cosa, mucho menos usted. Tenemos que prestar atención a nuestras acciones, para que podamos actuar de acuerdo con nuestras verdades, para que no aceptemos menos que la entereza que ofrecemos. No podemos sujetarnos a ser menos y más pequeños que toda la totalidad de nuestra esencia, simplemente por no prestar atención a todo lo que tenemos dentro de nosotros.
Esta es la belleza de finalmente caer en sí Cuando paramos y miramos dentro de nosotros, logramos percibir y reflexionar sobre las actitudes que hemos venido tomando, en el sentido de cambiar los comportamientos que nos alejan de la felicidad y de mantener en nuestras vidas las acciones que nos acercan a todo y de todos los que nos ayudan a sonreír con sinceridad. Eso es caer en sí. ¡Eso es la mejor caída de la vida!