En una reflexión sobre las diferencias, pude percibir que puede ser fácil respetarlas cuando están distantes. Cuando encontramos a alguien diferente en la calle, en el trabajo, en la universidad, en fin, en algún lugar donde no necesitamos tener mucha intimidad, donde la gente no se muestra totalmente y las imperfecciones no aparecen de todo, respetar puede ser simple.
Parece fácil respetar a quien está lejos. Solíamos compadecernos, preocuparnos y querer ayudar a los que están sufriendo por el mundo. Respetamos los diferentes de nosotros, no tenemos prejuicio alguno, admiramos a las personas con discapacidad, afirmamos querer el bien de todos. Sin embargo, no comprendemos quién está al lado, quien vive con nosotros, quien nos dio la vida, nos amamantó, quien pagó y aún paga gastos, quién realmente está con nosotros cuando no estamos bien.
Es muy fácil respetar las diferencias cuando éstas no nos alcanzan, cuando están lejos, en la sociedad, en la escuela, en el trabajo, pero respetar la diferencia de quien vive bajo el mismo techo, que vemos al levantar, al almorzar, al final del día, día, dormimos en la misma cama, en la misma casa, ahí la diferencia molesta, por menor que sea.
Incomoda la diferencia cuando la persona muestra la imperfección, no hace todo de nuestra manera, piensa diferente y este pensamiento choca con el nuestro. Es difícil entender, llevamos al lado personal, creemos que la persona actúa diferente de lo que nos gustaría con la intención de alcanzar, cuando en realidad la persona está actuando de la forma en que cree que debe actuar, que para ella es correcta.
En esta incomprensión por el otro, por lo diferente, nos herimos y lastimamos a los que están a nuestro alrededor. Colocamos expectativas en las personas y nos frustramos cuando no actúan según nuestros deseos, no comprendemos la manera de amar del otro, no paramos para pensar que el otro puede tener el mismo sentimiento y la misma decepción, porque también se siente incomprendido y no amado como quisiera ser, pues cada uno tiene su forma de demostrar y sentir amor y somos demasiado egoístas para importarnos con esto, miramos sólo para lo que nos interesa. Debido a esta intolerancia, nos decepcionamos después de un período de matrimonio,
ocurren muchas separaciones / divorcios, traiciones. O las personas viven bajo el mismo techo, pero no tienen intimidad, no dialogan, no se tocan, viven como extraños. Pero cuando se conocieron y comenzaron una relación, aquella persona era maravillosa, dejaba feliz, animaba, era difícil creer que se había encontrado a alguien tan increíble. Sin embargo, con el tiempo el encanto se fue, porque la persona pasó a mostrar sus defectos, y el alejamiento fue llegando poco a poco, se fue perdiendo el interés y el amor se enfrió, o acabó, por no poder lidiar con las diferencias. Lo que antes encantaba y llamaba la atención pasó a causar desprecio, revuelta, pues dejó de ser atractivo, viniendo a molestar. Y es así: cuando estamos enamorados no ligamos a las diferencias, por lo demás, nos atraen, impresionan, pero cuando la pasión acaba, se vuelven defectos, que parecen enormes, imposibles de comprender y de tolerar.
Bueno, la pasión romántica siempre es pasajera, pero
podemos enamorarnos de la vida todos los días y determinarnos a comprender y acatar las distinciones de nuestros cercanos , en los autoaceitantes como seres humanos con defectos y así considerar estas características como parte de las personas con quien convivimos, no esperando la perfección, que jamás encontraremos en un ser humano.Al reconocer las diferencias como naturales de los seres humanos, nos volvemos más leves, felices, amamos mejor, porque nos importa con el otro y con su forma de percibir el amor demostrado, lo que contribuye a que se haga feliz, mejor y más amable. No ponemos expectativas imposibles en las personas, no esperamos lo que no pueden darnos, pero nos sentimos bien con nosotros mismos por hacer nuestra parte y ya no nos cobramos, pues aceptamos nuestras limitaciones. De esta forma, vivimos mejor, siendo agradecidos por ser quienes somos, por las personas que están a nuestro lado, y por todo lo que tenemos.